Sí me sorprende de Marcelo Ebrard que, después de tantos años de mover el abanico, se le haga bolas el engrudo. Un personaje con su trayectoria, con sus logros, con su colmillo político y sus capacidades podría terminar tristemente en el Movimiento Ciudadano (el PAN naranja, que le llaman), según ha pronosticado el Noroñas, que anda con la espada desenvainada después de que el ex canciller me lo peluseó bien gacho. Y es que la verdad, ahora que se pone más pesado que el miniJelipillo imitando a su padrino García Luna Productions, no es difícil de imaginarlo poniéndose a las órdenes de Chertorinski Kinski.
Eso sí, aunque el propio Ebrard lo ha negado varias veces, y no cayó en su momento en las tentaciones de la traición, no es difícil imaginarlo renunciando a Morena, haciéndose la vístima como Mancera y Chiflano Aureoles, y armando panchos melodramáticos rancheros como los que ejecutó desde que inició su campaña.
Una campaña que, por cierto, parece haber sido diseñada por sus peores enemigos, pues me lo llevaron al éxtasis del ridículo y a hacer cosas populacheras sin gracia. Como si fuera editorializado por un periódico que empieza con R y termina con A y a construir una narrativa francamente deshilvanada y poco benéfica para su persona y sus ambiciones.
Marchelo es más inteligente que la cámara que ha hecho, fundamentalmente basada en atacar a la Sheinbaum y menospreciar a sus compañeritos. Pésima idea porque lo único que consigue es cubrirse de sospechosismo, sobre todo cuando le dio por echar al doctor Gatell a los perros de una manera tan poco elegante.
Irse al infierno de Dante será un despropósito infernal y muy jodido, con todas las prioridades de sólo hacerle el caldo gordo al Fidel Velázquez de Movimiento Nada freudiano y acabar más resentido en la derrota que Denise Dresser, a quien después de ponerse fakeminista y ñora de la vela perpetua con la Sheinbaum y Andrea Chávez, lo único que le falta es aplicarle una hurracarrana transfóbica a Wendy Guevara.
La dotora cree que si pudo desprestigiar al perreo, puede acabar con lo que sea.
Eso de “Es Claudia o yo”, me sonó a cuando Carlos Fuentes declaró aquello tan chafa y tan cursi de “Echeverría o el fascismo”. Es lo malo de juntarse con un montón de oportunistas que parecen de la feligresía de la señora X, que está más X que nunca.
Ojalá que a pesar de sus ambiciones, Marchelo no se nos vaya a poner a las órdenes de #LordLomas, que es la personalidad secreta de Claudio XXX.