Cuando vi la cumbre del KKK en la OEA, esa cosa tan fea, con Almagro fotografiado al lado de Markititititito Cortés, Alititititito Moreno y Chucho Zambranititititito, supuse dos cosas: que don Luis no había quitado, como se lo sugerí desde hace mucho, el letrero de “Se recibe cascajo”; y que esa reunión de tan amables representantes del anticomunismo internacional solo podía significar una cosa, la producción de una nueva versión de ¡La risa en vacaciones!
O tal vez de una nueva película sobre Menudo, ya de rucos, haciendo la coreografía de “Ven claridad” en Tik Tok.
Pura gente de bien que se ha solidarizado, como si de veras lo quisieran, con el “perseguido político” del momento (en México, un perseguido político cada hijo te dio), Ricardo Anaya, quien desde la tierra prometida de Atlanta aplica la neymariña con rambersé a ver si la Unesco lo declara pueblo mágico ambulante. Personas buenas que lo apoyan por lo menos de dientes para fuera y no son como los viles traidores del dotor Mit, Ochoa Reza y Javier Lozano que en unos videos de las campañas electorales de 2018 lo llaman cacomixtle, mantenido, vividor y transa, no necesariamente en ese orden. Bueno, hasta se preguntan con malicia cómo se mantiene viviendo esa vida loca en Atlanta como si fuera pícher de Los Bravos o coreback de los Falcons o alero de los Hawks. Óiganme, alguien capaz de hacer el milagro de la reproducción de las naves industriales y que puede sacarse de la chistera una reforma energética peñista prácticamente gratis (salvo las propinas de Odebrecht, dicen) es capaz de darse una vida de jeque sin trabajar, si acaso con una pequeña ayuda de Cabeza de Buey que, según las malas lenguas, le pone casa, comida y sustento por allá para que no pase ningún tormento.
Y aunque no tengo nada contra los egos desmetacados, sí me parece un poquito exagerado que Anaya, en su calidad de perseguido de la dictadura macuspánica, se compare con los Flores Magón que, de conocerlo, ya me lo hubieran sometido a los rigores más bravos de la lucha de clases. Al rato dirá que es el Nelson Mandela blanquiazul.
En todo caso, sí le sugeriría a Ricardo que mejor se entregue a las autoridades, que se someta a juicio, que no pele al subjefe Diego que nomás lo quiere hundir, porque si la FGR, como todo indica, dará por iniciada la temporada de caza de mi licenciado Peña y Videgaray, nadie lo va a pelar cuando grite que, como Pepe el toro, él es inocente.
@jairocalixto
