En medio de la pandemia de covid-19, el cobro que realizan quienes “facilitan” el cruce de la frontera entre México y Estados Unidos, es decir, la cuota que solicitan los llamados “coyotes” a quienes buscan cumplir el llamado “sueño americano” supera los 200 mil pesos.
Son tres intentos los que cubre el monto solicitado por quienes trafican con las personas. Si en los primeros dos, el migrante mexicano es descubierto por las autoridades migratorias de Estados Unidos, existe una tercera y última oportunidad para ser conducido por los coyotes. Si en el tercero, el migrante es descubierto, se tendrá que volver a pagar el monto solicitado para recibir otras tres oportunidades.
El cobro a los migrantes se realiza en dos partes, en la primera, se paga un 25 por ciento al representante o al coyote mismo, mientras que una vez que se cruza la línea fronteriza, el migrante es llevado a una casa de seguridad y es liberado dentro del territorio norteamericano hasta que se paga el 75 por ciento restante.
El monto actual que cobran los “coyotes” registró un aumento de casi 100 por ciento si se compara con lo que se solicitaba antes de la pandemia de la covid-19 que desencadenó que a partir de marzo de 2020 se implementaran las medidas sanitarias como la sana distancia y el confinamiento.
El cruce ilegal entre México y Estados unidos puede tardar entre cinco y 15 días, dependiendo de la estrategia que ocupe la red que trafica con personas. En las últimas semanas, los “coyotes” están ocupando la ruta del Golfo de México, es decir, el cruce se realiza por Tamaulipas y la casa de seguridad se encuentra del lado de Texas.
Los migrantes mexicanos son llevados hasta la frontera donde se espera el momento oportuno para correr por los cerros, pasar el Río Bravo y ser conducido por camino en los que no puedan ser descubiertos por las autoridades migratorias.
Para el migrante, la posibilidad de cumplir el llamado sueño americano representa un endeudamiento por varios meses y hasta años. Ya que los coyotes no permiten que se realice el “cruce” y luego se realice el pago. Durante el tiempo en que no llegue el pago, el migrante es retenido en la casa de seguridad.
El contacto con los “coyotes” es un conocido de la comunidad expulsora, quien da a conocer todas las instrucciones hasta la frontera y, quien, en muchas ocasiones, es quien recibe el pago para que comience y termine el viaje. En tiempos de la covid-19, las redes del tráfico de personas operan sin mayores problemas y ante la demanda de viajes existe una oferta que no conoce fronteras ni límites.
Jaime Zambrano