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Simbolismos del padre

  • Columna de Ivette Estrada
  • Simbolismos del padre
  • Ivette Estrada

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Hoy recordé a mi padre. Pasa cada vez más seguido, como si el tiempo se diluyera y el espacio careciera de márgenes. El olvido no es admisible, no para mí, no por él.

El padre es una línea que mira al cielo, todo lo que en silencio se invoca, el reducto inmarcesible de los sueños.

Es el mundo perenne de imaginación y milagros, un símbolo que no muere. Es la invocación de proezas y fuerza, nexo entre lo existente y lo que aún no aparece. Es el vuelo nostálgico y eterno de la cimiente que crea, la semilla de lo que todavía no se vuelve tangible.

El padre es rescoldo y refugio de todo. Presencia paradójica: lejos de la realidad tridimensional, habitante celeste. Pero al mismo tiempo, indestructible verdad: está en nuestros ojos y su voz se vuelve nuestra. En mi caso, su ausencia de esta realidad tridimensional lo volvió más cercano y real ahora que habitamos mundos diferentes. Esa paradoja alimenta mi vida ahora.

Pertenezco a una generación en la que la paternidad se consideró un acto de fe. Después el escudriño de ADN le quitó el halo de magia que imperó durante mucho tiempo. Sin embargo, el carácter sacro de dar vida se preserva en nuestro imaginario y cada día avanza a nuevas rutas: el padre dejó el confinamiento de proveedor y se volvió sustancia de todas nuestras facetas. Es el referente de nuestra realidad ahora.

¿Qué es un padre? Invocación. Es quién determina la libertad y el credo en uno mismo, el que establece los cimientos de responsabilidad y también el artífice del autoconcepto. A través de su percepción conformamos lo que es bueno, emulable y digno.

Para ser, el padre debe huir de lo que milenariamente le impusieron como paradigma: cada padre es único y las aportaciones a la vida de cada uno de sus hijos varían ostensiblemente. Por ello lo representamos de formas diferentes: para unos es el roble fuerte e inamovible, otros lo simbolizan como camino certero y algunos creen que es el develador de enigmas. Para mí es la libertad: él me dio las alas para volar.

Mi papá está cerca: aparece en sueños o en remembranzas. Siempre está. Es esa voz que impide que caiga. Es el protector más fidedigno de todo: de las sombras, la derrota o las malquerencias.

No puedo dar un concepto de lo que es un padre, aunque tengo muchas aproximaciones: Es la música de una armónica al amanecer, las figuras al fondo de un caleidoscopio, la aventura de imaginar y el reto perenne para crear realidades.

El legado de mi padre es la inmaterialidad, lo que nunca desaparece. Es su risa y creencias, la obstinación de ser, aunque esto implique alejarnos de estereotipos e imágenes prefabricadas. Es el artífice de mi fuerza y del credo de lo que somos y en aquello que nos convertiremos.

Un padre es quien te entrega el pasaporte al mundo. Cada uno transformará esto en una experiencia prodigiosa y bella, en un espejismo o débil titubeo. El libre albedrío es esto.

Hoy, como cada verano, recordé a mi padre, tal como en primavera, a lo largo de los días de invierno y durante los otoños…

Por: Ivette Estrada


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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