Cinco siglos antes de nuestra era, en la Grecia clásica, una de las etapas cumbres de la humanidad, el teatro ocupaba un lugar preponderante. Y contra lo que algunos creen no se trataba de montajes estáticos, monolíticos, rígidos, sino llenos de movimiento, de ritmo, e incluso de sorpresivos, inesperados y majestuosos efectos especiales.
Sí; hace 2 mil 500 años ya existían la magia, la ilusión, los trucos que sorprenden al público y solucionan una escena que parecía irresoluble; de ellos el más recordado es deux ex machina, una grúa enorme que hacía descender a una deidad desde el cielo, para así resolver mágicamente la escena.
Estas ideas vienen a mi cabeza al ver el musical Ghost, La sombra del amor, un sorprendente montaje que seguramente mucha gente recordará por la película del mismo nombre, que se estrenó a principios de los años 90, y que hace aproximadamente un lustro llegó al teatro convertido en un musical, y ha comenzado a ganar adeptos como ahora seguramente lo está haciendo en México.
Y es que ya convertida en musical teatral esta historia amplia sus horizontes y no sólo retoma la anécdota romántica, sino que agrega obviamente canciones, números coreográficos y unos, ¡wow, de verdad WOW!, efectos especiales realmente sorprendentes.
Vamos por partes:
La versión teatral del filme se estrenó originalmente en Londres de donde saltó a Nueva York y otras muchas ciudades del mundo, siempre con buena aceptación. Hace tres años, de mano del productor Iñaki Fernández llegó a Madrid, donde el director Federico Bellone hizo una nueva propuesta escénica en la que la magia juega un papel preponderante, y ése es el montaje que precisamente ahora podemos ver en la ciudad de México, que nos llega vía MejorTeatro y Morris Gilbert.
Juraría que todo mundo conoce la trama: un hombre es asesinado, pero en vez de irse al más allá su alma permanece en el mundo para proteger a la mujer que ama de la trampa y el enemigo que lo llevó a la muerte.
Esa historia se cuenta ahora con canciones, bailes y una muy bien diseñada escenografía (del mismo Bellone) que permite pasar de un lugar a otro de Nueva York, en cuestión de segundos. En un instante estamos en el interior del metro, y al siguiente caminamos por una calle de Wall Street, o en un singular local de la famosa adivina (que en la cinta interpretara Whoopi Goldberg, y que le valiera el premio Óscar).
A esta excelente adaptación y producción hay que sumarle el talento, enorme, del elenco encabezado por Agustín Argüello y Dai Liparotti, como Sam y Molly. ¡Qué voces! Estupendas.
Y junto a ellos la siempre genial y divertida Lorena de la Garza, quien se lleva los mejores aplausos de la noche con su genial Oda; también aplauso para Alex Brizuela, María Filippini, Pepe Navarrete, Arturo Echeverría, Alejandra Desimone, Sofía Montaño y otra pléyade de excelentes cantantes, actores y bailarines-
A estos atractivos hay que sumar el que sin duda es el gran gancho de este montaje: los efectos especiales.
Evidentemente no revelaré aquí ninguno de ellos, pues arruinaría la sorpresa al público que debe ver este montaje, sólo adelantaré que en la función que me tocó ver al menos en una decena de ocasiones el público interrumpió la escena con aplausos, ovaciones realmente, luego de sorprenderse con esos efectos.
Es una maravilla ver cómo han logrado trasladar al teatro lo que en el cine es en realidad muy simple. Supera, por mucho, lo que ya vimos en pantalla.
Por todo ello es que vale mucho la pena ver esta puesta en escena, que sin duda es el gran reinicio del teatro a la ciudad de México, con una compañía enorme y en un teatro enorme, que esperamos se llene al tope con su 30 por ciento permito hasta ahora.
La magia teatral nació hace 2 mil 500 años en la lejana Grecia, y hoy vuelve a sorprender público con un montaje que maravilla, sorprende, emociona, cautiva. Hay que correr, volar, a ver Ghost, una maravilla escénica.
