El Soneto con dedicatoria (¿1686?) a la Virreina de la Nueva España de 1680 a 1686, Excma. Sra. María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, de la ilustre poetisa mexicana, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, también llamada, Décima Musa o Fénix de México, dice así: (tomado de la edición del Instituto Mexiquense de Cultura para el Tricentenario luctuoso de Sor Juana, lo señalamos porque hay varias versiones del soneto.)
El Hijo que la esclava ha concebido,
dice el Derecho que le pertenece
al legítimo dueño que obedece
la esclava madre, de quien es nacido.
El que retorna el campo agradecido,
opimo fruto, que obediente ofrece,
es del señor, pues si fecundo crece,
se lo debe al cultivo recibido.
Así, Lysi divina, estos borrones
que hijos del alma son, partos del pecho,
será razón que a ti te restituya;
y no lo impidan sus imperfecciones,
pues vienen a ser suyos de derecho
los conceptos de una alma que es tan suya.
El género es la Lírica: El autor transmite emociones en verso o prosa poética. Referido así porque en la Grecia antigua los poemas se acompañaban con lira. Son: las odas (cantos de alabanza), baladas, elegías (canto de duelo) y sonetos: formados por catorce versos endecasílabos (un verso de once sílabas). Armados en cuatro estrofas: dos cuartetos (estrofas de cuatro versos) y de dos tercetos (estrofas de tres versos).
Antes de ir al texto definamos la palabra del sexto verso, opimo. Dice la RAE: opimo –ma, rico o abundante.
Ahora sí a las interpretaciones. La primera: la metafórica, donde la poetisa, como una esclava, entrega a su ama: Lysi divina, el hijo que ha concebido. Se lo ofrece porque le pertenece a ella por derecho. Es un producto fecundo y abundante que fue parido de su corazón, también le entrega su alma: Que es tan suya. Lo refrenda en la despedida: “Ama y Señora mía, besa los pies de V. Excia, su criada, Juana Inés de la Cruz.”
La segunda sería una de las más aberrantes realidades que los humanos hemos consumado en contra de otro humano, el esclavismo. En el cual una persona o toda una nación, por situación de guerra, de color, o de género, le pertenecía a un individuo, a un grupo o a un gobierno, todos éstos, sin escrúpulos. El derecho que como legítimo dueño tenía un ser de otro ser para comercializarlo como un objeto. Con el tiempo esta práctica fue tan común que se crearon leyes. Se decía, que fueran civilizadas: no matar al esclavo, no dejarlo sin comer, vestirlo, darle casa y cuando era casado, toda la familia lo acompañaría, entre otras idioteces.
Pasemos mejor a la tercera interpretación, la Ciencia del Parto. El parto siempre fue una preocupación y estudio para la humanidad, esta actividad se le confiaba a una comadrona, partera o matrona: “Persona facultada para asistir a una parturienta.” En griego “Mayéutica” traducida como “obstetricia”, el arte de partear.
Subrayemos que la madre de Sócrates, Fanáreta (Phainaréte) era mayéutica. Nos dice Platón en los diálogos (Teeteto) que Sócrates exponía: “Mi arte mayéutica tiene las mismas características de las parteras. Pero difiere de él en que hace parir a los hombres, y que vigila las almas, y no los cuerpos, en su trabajo de parto.”
Mayéutica: Método socrático de enseñanza, donde el discípulo pregunta y el maestro no responde directamente sino que le responde con otra pregunta, para que alumno analice y llegue a la respuesta por él mismo.
La posición del cuerpo de la parturienta también fue de estudio en todas las culturas del mundo: de pie, cuclillas, decúbito supino, decúbito lateral, cuadrupelia, litotomía (actual). ¿Qué era lo conveniente? Con tal propósito se diseñaron sillas, bancos, aparatos que ayudaran en la expulsión y por ende al bebé. Además se crearon instrumentos especializados que convirtieron al parto en una ciencia.
Demos fin a nuestro análisis con la enorme inquietud de los doctores, hoy en el mundo, por el excesivo uso de cesáreas que: “No permiten que el niño adquiera los elementos vitales para su vida futura.”
Hugo G. Freire