El poema “Remedios contra el amor”, tal vez escrito en el año 2 a.C., por el poeta romano Publio Ovidio Nasón, (43 a. C. –17 d. C.), nos habla de una serie de consejos para curarse del amor, de ese estado que aparece en algún momento, que habitualmente es bello. Pero que en ocasiones nos embrutece y actuamos de forma incorrecta o brutal.
El texto es del género poema: “Obra literaria regularmente en verso. Los hay en prosa, como la prosa poética o poema en prosa. Está el poema épico: hechos antiguos de uno o varios héroes reales o ficticios para la exaltación de un pueblo: la Ilíada, Odisea, Epopeya de Gilgamesh, la Eneida. O los poemas dramáticos: escritos en verso para ser leídos o actuados.”
Cuando hablamos de amor las definiciones son muchas: “Despertar en alguien una pasión. Prendarse de amor. Sentir atracción sexual por alguien. Muy amante de algo: enamorado de la música, los animales, el medio ambiente. Relación amorosa sin compromiso formal. Sentimiento intenso que busca el encuentro y unión con otro ser.”
En el arte, donde el corazón es el héroe: Mi corazón late como loquito al escuchar tu voz. Sin ti mi corazón muere. Si no te veo mi corazón entristece y llora. Te pinté este corazón para expresar mi amor, y en la actualidad: Me tatué tu corazón.
¿Pero qué ocurre realmente en nuestro cuerpo? La neurobiología nos lo dice: “Es un proceso neurológico e implica a diferentes partes del cerebro: hipotálamo, corteza prefrontal, amígdala, núcleo accumbens.” Nos dice el investigador Camacho-Arroyo: “Existe en el cerebro un sistema de comunicación, por diferentes estructuras interconectadas, que se conoce como el sistema límbico, que nos da toda una gama de emociones. En el organismo ocurren una serie de cambios fisiológicos que alteran la producción de hormonas como la vasopresina y oxitocina, neurotransmisores como la adrenalina, dopamina, serotonina. Los enamorados presentan estados de ansiedad y estrés moderados por el aumento del cortisol, lo vemos a través de sudoración, presión arterial, ritmo cardiaco y en los movimientos peristálticos intestinales -mariposas en el estómago-” Entonces… ¡Adiós hermoso corazón!
Vayamos al libro, primero digamos que está lleno de comparativos con dioses y personajes literarios o reales griegos y romanos: Cupido, Afrodita, Venus, Marte, Tidida, Aquiles, Calímaco, Zoilo.
Estos personajes le servirán a Ovidio para demostrar que sus consejos son válidos y que con eso se podrá evitar que el enamorado se cuelgue de una rama o perfore su pecho con una daga: “Acudid, galanes desengañados, a mis lecciones, que en amor del todo fracasasteis.” Nos da ejemplos que rayan en la inocencia, como que se debe ir de viaje para olvidarla o cuando apenas nace el amor: “Detén los pasos en los umbrales, examina el objeto de tus amores y aparta el cuello del dañoso yugo.” “Evita la ociosidad, porque hace que te enamores más.” Sugiere que un día se llegue temprano para verla antes de que se acicale y se conozca la realidad.
Otros consejos son absurdos: “Abrir las ventanas a la luz del día y nota la fealdad de sus partes.” “Graba en tu corazón cualquier lunar que haya en su cuerpo y mantén los ojos fijos en sus defectos.”
Algunos realmente ofensivos: “Llámala gorda si es llenita; si es trigueña, negra; descarada a la que es cazurra (torpe, ignorante). Pídele que cante si no tiene voz.” “En la noche prometida, para que no te cautive, dale el primero a cualquiera, ya que el otro será flojo.” “También los incito a que tengáis a la vez dos amigas, un amor al otro va restando fuerzas.”
Igual nos narra la incomprensión del amor: “Asesoraba a un mozo para un divorcio, todas sus palabras estaban llenas de amenazas terribles, y al ver a su amada, mudo se quedó, tiró todo, corrió a abrazarla y dijo: “Ganaste el pleito.”
Leer a Ovidio es una verdadera delicia, ver como en su época, 2 a. C. ya las cosas del amor eran extrañas y él trató de arreglar un asunto que tiene muchas aristas.