La obra de teatro “La tempestad”, la última del dramaturgo, poeta y actor inglés, William Shakespeare, fue llevada a escena el 1 de noviembre de 1611 en el Palacio de Whitehall, en Londres. Nos habla de magia, encantamientos, hechicería, conjuros, dominio de espíritus y de la apropiación de los elementos de la naturaleza. Antes de la ciencia se pensaba que eran cinco los elementos que movían al mundo: agua, tierra, fuego, aire y la quintaesencia, el éter.
Desentrañemos primero la pregunta planteada: ¿La magia es una pseudociencia? Lo haremos con las múltiples definiciones que se han dado en diferentes tiempos y disciplinas, para el concepto magia.
Magia proviene del griego mageia (cualidad de sobrenatural); y de magiké (mágicas) que, unido a tekhené (artes) significaría algo como artes sobrenaturales. Del femenino magikós (mágico), que a su vez proviene del antiguo persa mágush (mago, miembro de la clase sacerdotal y erudito). En cuanto al sánscrito, maia (ilusión, irrealidad, hechicería). Aludida por primera vez en el Rig-veda (himnos dedicados a los dioses de mediados del II Notivox a. C.)
La magia se entiende entonces como “arte o ciencia oculta, creencias y prácticas que buscan resultados sobrenaturales mediante rituales y conjuros. Se desea develar, conocer y usar lo que se encuentra oculto a los sentidos y a la razón” En el inicio de la humanidad la magia unió a los fenómenos naturales y fue llevada a la vida diaria a través de explicaciones mágico-religiosas.
Este pensamiento ayudó a los humanos en la siembra, las cosechas, el uso de animales, la confección de atuendos, la construcción de viviendas, la creación de dioses que los protegerían. En general, le dio sentido a la vida, a los días y las noches, a la lluvia, a los astros, a las crecidas de los ríos. La magia les permitió una mejor alimentación y un entendimiento de su entorno.
Con el paso de los años las explicaciones de la naturaleza y de la estructura de los humanos fueron sustituidas por demostraciones científicas: la herbolaria, sería la farmacología. La curación del cuerpo, florecería en la medicina. La astrología, derivaría en la astronomía. La alquimia, llevaría a la química. Y ahora decimos que la magia es una pseudociencia (ciencia falsa). Pero en el contexto que hemos abordado la magia, no es cualquier cosa, es una cognición que generó unión y bienestar. Nos dice el antropólogo James George Frazer: “La magia corresponde a un grado de evolución de ciertas sociedades consideradas salvajes.”
Ahora, la obra “La tempestad” es una tragicomedia: “Donde los elementos de la comedia y tragedia se entremezclan. Si el personaje principal tiene situaciones negativas, terminará en final feliz. Si los eventos son positivos el final será trágico.
Inicia con una terrible tempestad provocada por Próspero, legítimo duque de Milán, ahora convertido en mago. Ariel, un genio que tiene a sus órdenes, agobia unos barcos; en uno van el rey de Nápoles, su hijo Fernando, su hermano Sebastián, y Antonio, hermano de Próspero. Ellos conspiraron para quitarle su ducado y lo dejaron en el mar con su hija muy pequeña, se salvaron llegando a una isla. Hoy tendrá su venganza.
Hace que naufraguen y lleguen a la isla. Separa a Fernando, que se enamorará de Miranda, la hija que ya creció, al tiempo la pedirán en matrimonio. A los demás los atosiga con embrujos y ensueños hasta que confiesan su culpa. Próspero los perdona, le devuelven el ducado y la obra termina en final feliz.
Uno de los personajes es Calibán, salvaje y deforme, hijo de una bruja. Se cree que la obra es una reminiscencia de los viajes a América donde había naufragios y se los comían los caníbales. Terminemos el análisis diciendo que la magia no se ha ido, hoy seguimos haciendo conjuros y rituales; como cuando alguien enferma, se pide la cura. O si se busca un empleo o el éxito, se invoca a que se cumpla, se hace con fe y con pensamiento positivo.
Hugo G. Freire