Quizá no sirva tanto como quisiéramos, o quizá los avances que se consiguen con esos planes son demasiado lentos ante las muertes cotidianas —ante las que es difícil aceptar la gradualidad— y la impaciencia resulta ser el mejor recurso frente a la forma en que los organismos internacionales se plantean sus objetivos.
Me refiero al lanzamiento del Plan Global de la Década de Acción por la Seguridad Vial 2021-2030, con la presencia del secretario general de la OMS, Tedros Adhanom; de Abdulla Shahid, presidente de la Asamblea General de la ONU; de Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York y embajador de la OMS, así como del alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
Este plan busca reducir en al menos 50 por ciento las muertes y lesiones en hechos de tránsito en el mundo, para lo cual se llama a gobiernos, iniciativa privada, sociedad civil, académicos, activistas y filántropos, así como a las agencias de la ONU, a que adopten un enfoque de seguridad sistémica: transporte multimodal y planeación en el uso del suelo, calles e infraestructura segura, vehículos seguros y respuestas tras los hechos viales.
¿Cómo lograrlo? Mediante el sistema legal, el financiamiento de iniciativas que lleven esa finalidad, el uso de la tecnología, un enfoque de género, desarrollo de capacidades, limitar las velocidades urbanas a no más de 30 kilómetros por hora y enfocarse en los países de bajos y medianos ingresos.
La decisión se tomó por una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la 74/299, que declaró la Década de Acción por la Seguridad Vial 2021-2030. El plan se puede consultar en esta dirección global-plan-for-road-safety.pdf (who.int).
Cada año, los siniestros viales causan 1.3 millones de muertes prevenibles y provocan 50 millones de personas accidentadas con heridas y discapacidades permanentes; la mayoría de ellos son menores de edad y adolescentes. Si no se actúa ahora mismo, en una década habrá 13 millones de muertes y 500 millones de heridos por los mal llamados accidentes, puesto que son prevenibles.
Y el drama se completa cuando se observan las cifras a detalle y se ve que la desigualdad también está presente en este rubro, pues son los países de ingresos bajos y medios los que ponen las muertes.
Este nuevo llamado a la acción pide un enfoque sistémico, holístico, en donde se atiende el diseño de carreteras, caminos y calles como base para evitar accidentes, lo mismo que la seguridad automotriz mediante normas más estrictas para la industria, así como un compromiso para promover el transporte público, el uso de la bici y la caminata como modos seguros y saludables de transporte.
A las ciudades mexicanas les urge adoptar estas medidas para evitar las más de 16 mil muertes anuales que ocurren por hechos viales, pero también para no sobrecargar los hospitales y evitar que miles de personas queden con discapacidades permanentes que arruinan sus años por venir.
@hzamarron