Anoche confirmaron la muerte de El Mijis, tras un mes de su desaparición, y aunque se habría tratado de un accidente automovilístico, las circunstancias y el tiempo que demoraron en confirmarlo dificulta aceptar esa versión.
En cambio, donde hubo un consenso impresionante fue en las muestras de aprecio hacia Pedro Carrizales, ese ex pandillero con tatuajes, ex preso, originario de San Luis Potosí, que llegó a ser diputado y transformó la narrativa política.
“Todos tenemos derecho a una buena vida, y una corbata no te hace una buena persona”, decía El Mijis, un ser humano memorable, solidario, que acompañó múltiples causas sociales, como la reinserción de los presos, y el deporte para los y las jóvenes. Un día excavaba fosas en búsqueda de desaparecidos y otro se manifestaba en contra de la violencia hacia la mujer o los antiabortistas.
Figura memorable, solidaria, inolvidable, en mi caso, agregaré a su memoria su aprecio por las bicis:
De lentes oscuros, con una sudadera negra tipo hoodie, con sus bigotes de aguacero apuntando hacia abajo, la frente en alto como solía andar, una mano en el manubrio y otra en el asiento, de pie, a un lado de la bicicleta tipo crucero (su cholita), esas que se popularizaron en las playas de California, en una manifestación en Soledad de Doblado.
Esa imagen la registró un fotógrafo y documentalista francés, Jean-Félix Fayolle, quien convivió con las bandas potosinas durante más de una década y registró un viaje memorable del Mijis en 2015, cuando aún no era una figura nacional.
Peggy, Chava, Gato, Milhouse, Pased y Peff, chavos banda de varias colonias de San Luis Potosí, emprendieron ese año un recorrido en bicicleta por el norte de México, mil 500 kilómetros, para defender sus derechos, encabezados por Pedro Carrizales.
En aquel viaje, documentado por Fayolle con el nombre de Un grito de existencia, sonó siempre la cumbia, como esa que el mismo Mijis compuso:
“Ellos qué saben de mí / dicen de mí que por mi forma de vestir y mis tatuajes / soy un delincuente. Ellos qué saben de mí, de mi existencia por el barrio donde crecí…”.
Esa fue la constante del Mijis, quien después se volvió diputado local y federal, pero que nunca dejó de abogar por los y las jóvenes, de denunciar la represión contra lo diferente.
Cinco años más tarde, harto de la política, los acuerdos corruptos y la simulación, anunció que regresaba a recorrer el país en bicicleta: “Voy a chambear y recorrer en bici el México real, el de la guerra, la pobreza, los muertos y desaparecidos. Atrás de un escritorio no cambiaremos nada”.
Entretanto, como diputado local propuso una Ley de Fomento al Uso de la Bicicleta y Protección a Ciclistas del Estado de San Luis Potosí.
“La bici es una chulada por donde lo queramos ver: nos movemos en friega, hacemos ejercicio y no contaminamos… Mucha gente sueña con un carro, pero moverse en bici también es chido”, solía decir.
Nos dejó un ejemplo de activismo. Tras caer preso por sus propios errores, buscó pacificar los barrios de San Luis Potosí. El pasado no se borra, decía, pero también agregaba: “Mi voz les pertenece”. Descanse en paz.
@hzamarron