Opinión
Héctor Cerezo Huerta
Héctor Cerezo Huerta
  • Mismo perro, distinto collar

    Érase una vez, uno de esos seres transformados, responsables, comprometidos y amorosos que, iniciaba su jornada dando un sorbo a su peculiar taza de café, una con el rótulo: "Tu día es lo que tú de
  • Amor neoliberal: la utopía romántica

    Un beso teniendo como testigo una luna brillante, una cena a la luz de las velas, tocar el timbre de la casa de la amada para entregarle un ramo de flores, mientras nos empapa una lluvia pertinaz,
  • Sonrisoterapia: El salario emocional

    Dicen los coaches "esos chamanes con corbatas- que sin importar el tipo de organización en la que ejercemos un trabajo profesional y sin distinción de la posición que ocupemos, recibimos dos salari
  • Del “Ler” al “Volvido”

    La cumbre One Planet de la Organización para la Cooperación y el Crecimiento Económicos (OCDE) celebrada en París fue el escenario de un nuevo desliz. Peña Nieto, lo ha "volvido" a hacer. Aún le re
  • Empuja, mata, agrede ¡Sal de tu zona de confort!

    El neoliberalismo se rige por la acumulación de capitales inmateriales, denominados capitales humanos o de conocimiento, es decir, un proceso constante de desmaterialización de la producción, autom
  • La muerte del amor

    Aunque la tradición socrática sugiere definir los conceptos antes de iniciar una discusión racional, frente a la noción de "amor", estamos jodidos y más complejo resulta, cuando el acto de amar se
  • Entre lacayos y mayeutas

    La formación pedagógica de los profesores es percibida como una burocrática tarea de capacitación para la que nunca hay presupuesto. Paradójicamente, los docentes, se enfrentan cotidianamente a una
  • Sísifo, Proteo, Narciso: ¡Te va a cambiar la vida!

    ¿Quién iba a pensar que "entrenar" para la vida se convertiría en un negocio millonario? Los seres "transformados" me recuerdan dos figuras míticas. A Sísifo, cuando se "gradúan" de sus experiencia
  • La depresión no se arregla con palabras

    Hubo un momento "no sé cuándo- que mis ojos se quedaron abiertos y mis oídos se volvieron hermeneutas a lo que los demás decían y cómo lo decían. No me leas a mí, solo deja que las ideas se posen.