Cultura

La depresión no se arregla con palabras

  • Psi y que
  • La depresión no se arregla con palabras
  • Héctor Cerezo Huerta

Hubo un momento "no sé cuándo- que mis ojos se quedaron abiertos y mis oídos se volvieron hermeneutas a lo que los demás decían y cómo lo decían. No me leas a mí, solo deja que las ideas se posen. No me creas, solo detente y observa que, dependemos más de las estructuras de poder que de nuestra propia e íntima psicología. De tal modo que, si estás subempleado y te enfermas, ni siquiera morirás en el IMSS, cobras además un sueldo miserable y apenas llegas arrastrándote a fin de quincena "debiendo-; los clichés positivos, la autoayuda y la felicidad son un jodido sarcasmo. Ya no resulta suficiente el deber de convertirse en empresarios de sí mismos, el consumo incesante de experiencias hedonistas, el fetichismo, la pose, la banalidad o el capital corporal. Dime tu fantasía Sísifo y te diré qué necesitas, los ideales devienen en imperativos imposibles de cumplir, pero que operan como excelentes dispositivos de control social, mientras se invierte la vida en alcanzarlos. ¿Qué hay en el sujeto que no esté al servicio y a disposición del capital?

Por ello, cuando aprecio los síntomas de mis pacientes, escucho sus maneras de vivir el amor, de comprender la amistad y las estrategias para relacionarse con el otro, constato un proceso acelerado de neodarwinismo social, pero también, me queda claro la expansión epidemiológica de ciertas enfermedades emocionales, como la depresión. Estar deprimido, más allá de su sentido clínico, se asoma como el malestar clásico de una época a la que le vale un comino la empatía y el análisis del contexto histórico-cultural. Al contrario, se le interpreta como una patología individual que evade la responsabilidad de ser productivo, como una enfermedad del sujeto que no da la talla de exigencias "normales y legítimas" (Alemán, 2016). Así, el deprimido, es un tipejo con una cobardía moral, cuya locura íntima no le ha hecho cumplir su obligación de alinearse. Al respecto afirma Dessal (2014): "La obligación de ser feliz es agotadora, como la de ser un triunfador […] La sociedad terapéutica que da forma a una de las versiones del mundo contemporáneo, es de una sofisticación acorde su objetivo: división entre privilegiados y excluidos". Hasta la propia Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016), recomienda terapias de corte cognitivo-conductual o activación conductual y farmacoterapia. Lo importante es regresarlo a la brevedad a producir, mover los engranes, tapar la hemorragia arterial con un "curita" y demorar la muerte real o simbólica.

Las personas se muevan más en la dimensión de la exigencia que en la del deseo y el consumo se limite a las ofertas de comodidad psíquica; la depresión prevalente a nivel global seguirá produciendo melancolías, disonancias y suicidios del mismo modo que Apple produce Iphones o Sony pantallas de plasma. Ojalá, en psicoterapia, aprendamos a vivir con la experiencia de la pérdida y darnos cuenta de que hay otro modo de goce que la tristeza.

@HectorCerezoH

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