Cultura

Ciencia mágica en la política

  • Psi y que
  • Ciencia mágica en la política
  • Héctor Cerezo Huerta

Programadores neurolinguísticos, consteladores, biodescodificadores, gimnastas cerebrales, coaches, homeópatas, alquimistas, astrólogos, sanadores, frenólogos renovados que adivinan rasgos de personalidad a partir de los rasgos faciales, fundamentalistas religiosos y si me ayudas, la lista de personajes dignos de Narnia no terminaría jamás. No pretendo colocar todos los “huevos” en la misma canasta, pues obviamente dichos personajes guardan diferencias ideológicas sustanciales, responden a intereses diversos y se mueven en escenarios plurales; empresas, universidades, instituciones públicas y sistemas de salud. La política tampoco está exenta de la presencia de brujos, chamanes o guías de desarrollo humano. Gil Olmos (2009) documenta la historia de algunos políticos vinculados a prácticas esotéricas, tales como Elba Esther Gordillo, Francisco Barrio, Martha Sahagún y los yunquistas.

El mercado místico y posmoderno se disemina, se disfraza de humanismo y sus representantes empiezan a escalar posiciones políticas insospechadas, sin que la ciudadanía se muestre sorprendida o indignada. Si bien, la carta magna consagra en el Art. 24 constitucional el derecho a la libertad de culto, convicciones éticas, de conciencia y de religión, debemos recordar que lo psicológico es político; es decir, los sistemas de creencias de cualquier funcionario dedicado a la política pública son pilares de su toma de sus decisiones y de su orientación hacia el bien común o el daño masivo. Toda política pública está comprometida moralmente. Así pues, resulta muy preocupante que Josefa González Blanco, futura titular de Semarnat crea en los Aluxes, que Elena Álvarez Buylla de Conacyt parezca ganarle su carga ideológica en torno a los transgénicos y que Diana Álvarez Maury, Subsecretaria de Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, una interlocutora sin experiencia, le fascine ser “terapeuta de transmisión de energía cósmica” y semióloga de la vida cotidiana. A este paso, existe la posibilidad de convocar al gabinete a un “experto en felicidad” para diseñar políticas públicas que combatieran la pobreza, igual que lo hizo Macri, presidente argentino en 2016.

Aunque parecen ser casos aislados considerando al resto del gabinete presidencial, es fundamental que el estado garantice tres objetivos iniciales, a saber; 1. Que los puestos estratégicos sean ocupados por los mejores perfiles, 2. Eficiencia en el uso del presupuesto para el desarrollo científico, la investigación y la tecnología y 3. El combate frontal a cualquier práctica pseudocientífica que contamine la cultura y ponga en riesgo el diseño de políticas públicas, la salud comunitaria e incluso, la economía. Como afirma Cerejido (2007), México está sumido en el más desesperante analfabetismo científico, incluido el de Estado. La ciencia es invisible para el analfabeta científico y por ello, la fuente de sus “saberes” no se rige por normas epistemológicas, ni siquiera por reglas administrativas, sino por intenciones puramente mercantilistas e ideológicas. 

@HectorCerezoH

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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