Política

Radicalización

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El manejo inconsistente, insuficiente e ideologizado que le ha dado el presidente Andrés Manuel López Obrador a las crisis de la salud y la economía ha provocado una nueva ola de polarización social y política. AMLO insiste en que cualquier crítica a sus decisiones proviene de conservadores, cuyo único interés es restaurar el antiguo régimen, decretado inexistente con su llegada al poder (Salinas Pliego y Carlos Slim fascinados por tal desaparición). Desde el Chicharito y Eugenio Derbez hasta algunos periódicos de circulación nacional y empresarios, pasando por ex funcionarios y articulistas críticos, todos, absolutamente todos, son engendros del neoliberalismo que se retuercen por la pérdida de sus privilegios.

Como la lógica presidencial es “él o la debacle”; “la 4T o la corrupción inacabable”, no hay distinciones ni matices en los opositores; ninguna crítica es atendible por más que estén bien argumentadas; todas las propuestas planteadas son recreaciones disfrazadas del Fobaproa —privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas— para que los organismos internacionales nos colonicen de nuevo y todo siga igual.

El resultado es que los sectores duros de ambos lados tomen las riendas. Por el lado de la sociedad, hay grupos minoritarios que plantean la “dimisión inmediata” de López Obrador, mientras que en el bando gubernamental se refieren a los opositores como autores una “escalada golpista criminal” contra el gobierno. Con esos grupos al frente y ese lenguaje, el conflicto se agudizará y todos perderemos. Ni López Obrador renunciará, ni los opositores convocarán al Ejército (que es institucional y, por tanto, no se prestaría a una locura de este tipo) a dar un golpe de estado. Pero si el Presidente mantiene su radicalización autoritaria, perderá liderazgo y credibilidad de manera creciente.

Y esas dos variables serán fundamentales para enfrentar las crisis, pues sin ellas no generará confianza en el resto de los actores políticos, económicos y sociales. Las medidas para enfrentar la contingencia sanitaria y económica serán eficaces en la medida en que sean obedecidas por toda la sociedad y el supuesto indispensable para que eso ocurra es la confianza y la credibilidad del liderazgo gubernamental. En particular, será decisivo el respaldo del sector privado y de los gobiernos estatales para salir lo menos mal posible de las crisis. Y con ambos hay asomos serios de ruptura.

Aunque es bueno que gobernadores y alcaldes adopten medidas sanitarias específicas, adecuadas a las particularidades locales, lo que hemos visto en varias entidades no es solo eso; varios gobernadores tomaron la iniciativa ante la tardanza federal para declarar el distanciamiento social y la emergencia sanitaria; a ello se suman los cuestionamientos al tema de las pruebas diagnósticas y los conflictos por el reparto del presupuesto de salud, tema pendiente desde la cancelación del seguro popular. Ahora surge la demanda de revisar el pacto fiscal por parte de varios mandatarios estatales. Con el sector privado las cosas se han agravado después de que el gobierno “cerrara la puerta” a sus demandas de mayores estímulos y apoyos para enfrentar la recesión y la demanda de radicalizar demandas ganará terreno entre las organizaciones empresariales.

Aunque en la sociedad hay duros, el llamado a la concordia y la unidad depende únicamente de López Obrador. Por su bien y el de los pobres, lo debiera hacer.

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Guillermo Valdés Castellanos
  • Guillermo Valdés Castellanos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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