La diferencia entre un gran quarterback y una leyenda se basa en una simple cuestión, ganar o ganar un Super Bowl, muchos han sido grandes jugadores pero no han adquirido el papel de leyenda debido a que no alcanzaron nunca un Trofeo Lombardi, y es a ellos a quienes recordaremos en esta columna.
Sin duda el más grande mariscal de campo que nunca pudo ganar un Super Bowl es Dan Marino con los Miami Dolphins, un jugador que en su momento despedazó récords y solamente le faltó un anillo para redondear una muy exitosa carrera.
Marino en su segunda temporada llegó al Super Bowl y lo perdió con Joe Montana, mucho se esperaba del número 13 de los Dolphins y lo logró, sin embargo jamás pudo regresar al juego grande, tampoco se quedó cerca y se debió conformar con ganar partidos, lograr récords estadísticos, pero nunca un campeonato.
El egresado de la Universidad de Pittsburgh poseía muchas habilidades ideales para un quarterback de la NFL, si bien no era hábil para correr con el balón, si poseía un cañón en el brazo, un fuera de serie y sobre todo quizá el mejor en la historia para deshacerse del balón con monumental velocidad, por ello difícilmente podían capturarlo atrás de la línea de golpeo.
Otro de los más grandes que se quedaron con ganas ya no de ganar, sino solo de llegar a partido de campeonato fue el “Montañes” Dan Fauts de los San Diego Chargers, un quarterback con un gran brazo y que sin problema lanzaba pases de 30 o 40 yardas sin estar bien parado.
Al igual que Marino, Fouts contaba con grandes receptores, muy rápidos y elusivos, que si lograban separarse del defensivo solamente debían estirar los brazos para que les llegaran los pases de este buen quarterback.
Para desgracia de Dan Fouts, en sus mejores épocas siempre debía enfrentar a Oakland Raiders, Denver Broncos, Miami Dolphins y Pittsburgh Steelers, equipos que dominaron ampliamente la liga en esos años, y quienes se repartían los lugares estelares en postemporada en aquellos años.
Otro estupendo jugador que nunca pudo ganar un título y él sí tuvo oportunidad de hacerlo fue Jim Kelly, un eterno ganador de temporada regular y postemporada, pero que siempre que llegaba al Super Bowl algo le pasaba y no podía ganar, tal y como le pasó en los 4 Super Bowls a los que llegó.
Kelly tenía un equipazo a su alrededor, sin embargo él poseía mucho talento en lo individual, era un jugador muy inteligente, con liderazgo y con mucha precisión en sus pases, era un jugador que si te encontraba una debilidad por ahí te apabullaba todo el partido y era muy difícil de contener.
Si los Buffalo Bills no se hubieran topado a los Dallas Cowboys en su mejor momento, sin duda hubieran ganado uno o dos títulos, tenían todo, buena defensiva, buenos receptores, buenos running backs y extraordinarios receptores, sin mencionar uno de los mejores quartebacks de la liga en esos momentos, todos muy bien coacheados por Marv Levy.
Los Bills por muchos años fueron el invitado natural de la Conferencia Americana al juego grande, nadie podía ganarles un partido de postemporada en Buffalo, donde las gélidas temperaturas ayudaban para hacer una aduana intratable el estadio de los Buffalo Bills.
Un poco antes de Kelly, otro extraordinario quarterback que llegó también a cuatro Super Bowls y nunca pudo ganar fue el maravilloso Frank Tarkenton, quarterback de los Minnesota Vikings, y quien en su momento batió todos los récords para un pasador, tales como pases de anotación y yardas, pero que nunca pudo ganar el juego importante.
Tarkenton ha sido uno de los mejores quarterbacks blancos para correr el balón, poseía una extraordinaria visión de campo y hacía unos quiebres espectaculares a los rivales, lo que le permitía mover las cadenas con suma facilidad.
En su trayectoria llegó a 8 Pro Bowls y además fue designado MVP en 1975, cuando lanzó 25 pases de anotación y 13 intercepciones, además de que el pasador que más envíos tuvo en la liga en ese año y también el que más completó.
Finalizó su carrera con más de 47 mil yardas por aire después de 18 temporadas, además de 342 pases de anotación, cifras muy destacables si tomamos en cuenta de que en su época los equipos lanzaban muchísimo menos de lo que lo hacen en la actualidad, además en esos años los pasadores si eran castigados con severidad y nadie les llamaba la atención a los defensivos, por lo que sus estadísticas requieren ahora un reconocimiento aún más loable.
Todos estos jugadores están en el Salón de la Fama merecidamente, sin embargo siempre que se habla de ellos se les mencionará por esa falta de un anillo de campeón, algo que no solamente fue responsabilidad de ellos, sino múltiples circunstancias que no deberían quitarle brillo a estos estupendos jugadores, quienes marcaron una época en sus equipos por muchos años.