Política

Las muertes violentas ya no impactan tanto

Cuando era un niño maté un pajarito y una iguana con una resortera, después lo hice con un arco deportivo y más grande un jabalí, con un Winchester automático calibre 22.

Por fortuna no le atiné al venado de varios picos, allá por la sierra de Tamaulipas y eso me desanimó para ya no continuar mi “huntermania”.

Y hablo de que matar, aunque su término sea llamado cacería, o supervivencia, se nos va haciendo costumbre y ni siquiera nos ponemos a pensar, como lo hacen los veganos, de que simplemente alimentarnos de un ser biológicamente receptivo ya da argumentos del sufrimiento por el que pasó el pollo, la vaca o cualquier ser que sufre de dolor.

La caza furtiva, derivada de muchos causales, tales como la obtención de ingresos por el cobro de encaminar al contratante por el lugar indicado para matar una presa, o el vender al animalito cazado, ya sea este una especie en peligro de extinción o con prohibiciones para su captura y encierro, o simplemente porque una pequeña parte de su cuerpo da supuestas curas milagrosas a grandes males, o poderes sexuales y hasta psicológicos, son las causas principales de su propagación.

Qué decir de los videojuegos, o las series en streaming, o las películas de fácil acceso, en donde el matadero es tan vil solo accionando un control remoto, causando emoción a un niño de cuatro años, a un adolescente e inclusive a un adulto y la adrenalina corre por el cuerpo al sentir la muerte.

Y es entonces donde se va a aprendiendo a matar, a sentir gozo ante la desdicha del perdedor y la mente va domando el sentimiento de pecado de privar de la vida.

En México ya vemos como una noticia sin impacto los 84 ejecutados diarios, ya no nos inmuta el tiradero de cuerpos en brechas y ciudades, o la muerte del restaurantero a manos de un empleado.

Si acaso, con morbo comentamos que era una persona de familias conocidas, pero no nos detenemos a pensar las causas psicológicas que llevaron al asesino a ser tan cruel y despiadado.

Entonces la muerte que empezó con un pájaro o una lagartija, por desdicha, se hace semejante a la de un taquero, un empresario, una ama de casa o de un periodista, un político o cualquier ser humano.

La muerte, pareciera, no vale nada.


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Guillermo Gutiérrez González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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