Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil acusaba cansancio y meditó: un año sabático, si Gamés fuera médico se recomendaría a sí mismo un sabático. En eso estamos. Volvamos como ayer a la revista alemana Der Spiegel y a la presentación en su versión internacional de una entrevista de Christina Hebel a Marina Ovsyannikova, una reportera, quien protestó en vivo durante una transmisión de un noticiero nocturno contra la invasión de Putin a Ucrania. La protesta sucedió en Channel One, una emisora estatal de las más vistas del país. Aquí vamos.
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Estoy con amigos, escondida. Tengo miedo. Mi vida ha cambiado para siempre y estoy empezando a darme cuenta de mi nueva vida. No puedo volver a mi antigua vida. Estoy muy preocupada por mis hijos, mi hijo, que tiene 17 años y mi hija 11. Tomo tranquilizantes. No están conmigo aquí, están en Moscú a salvo.
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Mi insatisfacción se ha ido acumulando durante todos estos años. Los tornillos se apretaron cada vez más aquí. Primero, ya no podíamos elegir libremente a los gobernadores. Luego vinieron todos los acontecimientos de Ucrania en 2014, la inestabilidad, la proclamación de las “Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk” y el envenenamiento de Alexei Navalny. Al mismo tiempo, las autoridades comenzaron a cerrar o bloquear gradualmente a los medios independientes. El comienzo de la guerra contra Ucrania fue el punto de no retorno para mí.
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Cuando me desperté la mañana del 24 de febrero y escuché que Putin había iniciado una guerra contra Ucrania, una guerra que no sólo se limitaba a las “Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk”, sino en la que el ejército ruso avanza hacia Kiev, fue realmente un shock. Fue terrible. Toda persona de pensamiento normal en Rusia era consciente de que no podía seguir viviendo como solía hacerlo.
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¡Esta es una guerra contra una nación hermana! Ninguna persona en su sano juicio puede aceptar eso. Mi padre era ucraniano, mi madre rusa. Es cierto que nací en Odessa en la época soviética. Cuando tenía un año, nos fuimos a Rusia y he vivido aquí desde entonces. Mi padre murió en Odessa, su tumba está allí. Todavía tengo parientes. Para mí, la protesta fue ante todo una acción pacifista, quería mostrar que los rusos también están en contra de esta guerra, de lo que muchas personas en Occidente no se dan cuenta. La mayoría de las personas inteligentes y educadas aquí se oponen a la guerra.
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La protesta fue sólo idea mía. Veo ahora que se difunden todas las versiones posibles, que todas las fuerzas de la propaganda se dirigen contra mí para calumniarme. Soy el enemigo número uno aquí ahora. No le conté a nadie de mi familia ni a ninguno de mis amigos o colegas sobre mi plan. Nadie lo sabía; de lo contrario, probablemente habría salido mal. Unos pocos sabían que yo estaba en contra de la guerra, pero nada más.
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El trabajo se convirtió en una carga pesada. La mayoría de las personas que trabajan para la televisión estatal entienden muy bien lo que está pasando. Saben muy bien que están haciendo algo malo. No es que sean propagandistas, a menudo son todo lo contrario. Están constantemente luchando internamente entre el trabajo y su propia brújula moral. Saben que Channel One miente, que los canales estatales mienten. En su mayor parte, simplemente no hay información objetiva. Pero los colegas tienen que alimentar a sus familias y saben que no encontrarán otro trabajo en el clima político actual. Por supuesto, hay pautas del Kremlin sobre lo que se puede y no se puede decir. Todo está claramente regulado. Las instrucciones se difunden desde la gestión de la transmisión a los empleados normales. Aquello que podemos llamar por su nombre, de qué manera, a cuáles expertos se nos permite invitar y cuáles no. Sólo representantes del lado prorruso en Ucrania.
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Lo lamento profundamente. Muchas personas inteligentes y competentes se han exiliado. Ellos son nuestro futuro. Para nuestro país, esto significa que se hundirá en la oscuridad. La guerra ha destruido todos los planes y está causando mucho sufrimiento, especialmente en Ucrania. Estoy feliz de estar leyendo ahora que, uno a uno, otros colegas de las emisoras estatales están renunciando.
Todo es muy raro, caracho, como diría George Bernard Shaw: “No es cierto que el poder corrompa, es que hay políticos que corrompen al poder”.
Gil s’en va
Gil Gamés