Política

Todos cargan su tarro de miel

Gil se disfrazó de psiquiatra: la barba blanca, los lentes de metal, el saco de lanillas y el pantalón gris, los zapatos de ante, la pierna cruzada y el ligero toque argentino en su lenguaje, en sus exposiciones de profundidades abisales: señoras y señores, Duarte no ríe, se trata del rictus de un hombre demenciado, un fronterizo bajo un cataclismo psíquico. Eso no le quita lo ladrón a Javidú, pero no estamos ante un hombre que ríe sino ante un ser humano al borde del abismo que no sabe ejecutar un gesto de miedo, apenas esboza el fingimiento de una sonrisa, una orden equivocada del cerebro.

Mientras Gilga observaba la fotografía de Duarte, se imaginó la opinión de algunos suecos, daneses, alemanes. Los mexicanos son muy raros, a sus gobernadores los sacan de los manicomios y los obligan a gobernar. Gamés respondería esto si le preguntaran por los gobernadores de algunos estados: no los extraen exactamente de los manicomios, pero sí provienen de unos partidos políticos que parecen manicomios, pero en realidad no son tan pequeñas escuelas del crimen. Dicen los que saben que se debe al federalismo mal entendido, a las arcas abiertas, a los congresos locales cómplices, al sereno, pero en realidad a esos gobernadores famosos en el mundo los han educado políticamente para el robo y la exacción, el despojo y la trapacería. Nadie podrá convencer a Gilga de lo contrario y a las pruebas se remite.

Chivo expiatorio

Habían detenido a Duarte en Guatemala, los más críticos de esa aprehensión dijeron que al fin, aunque seis meses después, la justicia se haría cargo de semejante ladronazo. ¿Y quién estuvo en desacuerdo? Adivinaron: Liópez. Gilga leyó en su periódico El Financiero que según Liópez, la captura de Duarte era una simulación del combate a la corrupción. La cuenta de Twitter dice esto: “Detienen a Duarte para disimular que combaten a la corrupción, pero el pueblo no se conforma con chivos expiatorios, quiere la caída del PRIAN”.

Ups, “chivo expiatorio”. Malo, malo, eso pasa por hablar a tontas y a locas. “Chivo expiatorio: del latín expiatorius, denominación que se le da a una persona o grupo de ellas a quienes se quiere hacer culpable de algo, independientemente de que lo sean o no, sirviendo así de excusa a los fines del inculpador”. Si Gil ha entendido algo, cosa improbable, Duarte no es un supuesto delincuente sobre el cual caen múltiples acusaciones de malversación, delincuencia organizada, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito, sino un chivo expiatorio, un inocente inculpado. Liópez ha metido la pata, las dos y hasta el cuello. Yunes, que no es santo de la devoción de Gil, afirma que Duarte le daba dinero mensual a Morena, pero no ofrece ninguna prueba de ello. Gilga recordó el dicho: está el lodo como para el marrano.

Arma secreta

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil pensó que estaba en desacuerdo con la interpretación de que la detención de Duarte pinta ángeles y diablos electorales. Unos dicen que se trata de un golpe del gobierno de Peña Nieto y que su acuerdo subirá y con él a Alfredo del Mazo en el Estado de México. Un amigo que no malquiere a Gamés le ha dicho: si pusieras en una coctelera todos los ingredientes para lograr un candidato pésimo, no lograrías la imperfección de Del Mazo.

Pero no nos desviemos: ¿no es al revés? Uno de los representantes de la renovación del PRI, uno de los grandes corruptos de la historia de México, un priista. ¿Usted volvería a creerles? En fon. Como diría el clásico: digan lo que digan, digan lo que digan, los demás.

Un aparato de precisión, una lección de poder maquiavélico la voz presidencial: ordeno que el Sábado de Gloria se arreste a Javier Duarte en el lugar que sabemos habita desde hace tiempo. Y mucho cuidado con adelantar la aprehensión pues ésta le traerá a Alfredito unos puntos a favor. Ya hablé con la Interpol y con el gobierno de nuestros vecinos del sur y les ordené esta acción. Pobre Gordo, caray.

Gamés se pregunta si no sería más efectivo para los partidos de oposición afirmar que en Guatemala se capturó al símbolo mayor de la corrupción priista en vez de decir que se trata de una simulación para ganar unos metros en la lucha electoral. Total: el Gordo cayó y con él se hunde la improbable generación renovadora del PRI; el partido, a oscuras.

Cicerón en el amplísimo estudio: Todas las simulaciones caerán como flores marchitas porque ninguna simulación puede durar largo tiempo.

Gil s’en va

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Gil Gamés
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  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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