Al tedio, los franceses le llamaban spleen, ennui y lo practicaban los grandes poetas simbolistas. Baudelaire moría de pena y amor por Jeanne Duval, su amante; Verlaine besaba a Rimbaud y le disparaba al corazón con una vieja pistola; Mallarmé se ahogaba en su propia saliva y Paul Valéry pensaba en una idea fija. El tedio se caracteriza por el malestar o fastidio y la falta de interés en cualquier cosa. El pobre Gamés se encuentra con el hecho tedioso de que, como puso su periódico La Jornada “empieza la lucha por 14 millones 200 mil votos en cuatro estados”.
Pues dirán la misa electoral, pero este principio le parece a Gil algo tedioso: se disputarán 525 cargos de elección popular, incluyendo tres gubernaturas. Aquí empieza el tedio: todos se acusan de corruptos, de compra de votos y uso de programas sociales con fines electorales. ¿No se morirían ustedes de tedio, lectora, lector? En el Estado de México se han volcado propios del PRI y extraños del PAN y Morena y puesto dinero a lo bestia. Según los especialistas, la elección del Estado de México será un vaticinio de los comicios del 2018. Y Gil empieza a dormitar, zzz. Que si Del Mazo, que si Delfina, que si Josefina. Imaginen la lectora y el lector que Vázquez Mota hace una campaña tremenda y gana. Na, cero, nunca, ella es una candidata capaz de perder en unos días más de 10 puntos de ventaja.
Renovaciones
Además del Edomex, se renovarán las gubernaturas de Nayarit y Coahuila, más 270 ayuntamientos, 34 diputaciones de mayoría y 21 proporcionales. Muy interesante, pero lo único que Gilga siente es tedio. ¿Hay un psicoanalista entre ustedes? ¿Qué le pasa, señor Gil? Tedio, doctor. Periodicazos, acusaciones, guerra sucia, madrazos. Por cierto, hay una alta probabilidad de que todos sean corruptos, ruines, impresentables. To-dos. Así las casas (muletilla patrocinada por Grupo Higa), la batalla electoral empieza. ¿Quién ganará el Edomex? Gamés les recuerda que en las últimas elecciones todos los encuestadores fallaron.
¿Volveremos a creerles a los encuestadores? Gil no está dispuesto a pronunciar ninguna opinión desprendida de los más (des) prestigiados encuestadores, esos que no dieron golpe en los resultados de las últimas elecciones. Admítanlo, amigos, miden ustedes muy raro y muy mal y cobran como si midieran bien. Total: tedio, eso viene, un gran tedio en el cual dominará la estupidez que Savater definió como una categoría moral, no una calificación intelectual. Viene el tedio.
‘Inventario’
Gil prepara unos subrayados del gran libro Inventario, de José Emilio Pacheco, publicado por ERA, la columna periodística que escribió desde el año de 1973 en el Diorama de la Cultura del periódico Excélsior y que siguió en la revista Proceso, dirigida también por Julio Scherer. El inventario es sin duda lo contrario al tedio, una batería de nombres, historias, anécdotas, ilusiones, conexiones, pequeñas ramas de la vida mexicana. El inventario es una antología realizada por Héctor Manjarrez, Eduardo Antonio Parra, José Ramón Ruy Sanchez y Paloma Villegas.
En el tomo 3, Gil encontró esto: “La mejor definición de la fama literaria se escuchó durante la Feria del Libro de Guadalajara. Entre la fila de estudiantes llevados a una conferencia un niño pregunta:
—¿Quién es Saramago?
Su compañero responde:
—El viejito ciego que escribió Cien años de soledad”.
Ahora oigan esto:
“Qué pasaría si en enero de 2000 un desconocido apellidado Dumas presentara a una editorial el manuscrito de Montecristo. Le dirían: ‘El libro nos pareció muy actual: habla de secuestros, infanticidios, muertes violentas y, sobre todo, de venganza. Sin duda, muestra una extraordinaria habilidad narrativa. Por desgracia no podemos publicarlo. Es enorme. Quizá si lo redujera a las tres cuartas partes y matizara un poco a sus personajes: los buenos son tan buenos y los malos, tan malos”.
Y por último esto: “Manuel Payno estaba en París cuando el gran éxito de Montecristo y decidió aclimatar en México la novela folletinesca. Se le había adelantado en Yucatán Justo Sierra O’Reily. De todos modos debemos al viaje de Payno El fistol del diablo, Los bandidos de Río Frío y la extraña e inconclusa novela El hombre de la situación, que es como un presagio de Ibargüengoitia”.
Chesterton en el amplísimo estudio: Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; pero una mala nos dice la verdad sobre su autor.
Gil s’en va