Política

Schopenhauer y las letras

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Gil terminaba la semana con el estómago de cristal. Los jugos gástricos han hechos estragos y devastado la flora (y la fauna). No soporta las escenas pútridas que cocinan en el Senado, ni los cogollos con atún sellado que le cayeron como un breve discurso de Gerardo Fernández Noroña, o algunas palabras de Félix Salgado Macedonio. Gamés avanzó con paso cansino y mirada velada sobre la duela de cedro blanco y un libro lo encontró a él: La lectura, los libros y otros ensayos, de Arthur Schopenhauer (Biblioteca Edaf, 2010). Gil arroja a esta página del directorio algunas iluminaciones del más escritor de los filósofos, como llamó Borges a Schopenhauer. Aquí vamos.

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Si leemos, piensa otro por nosotros; sólo repetimos su proceso mental. Es como si el discípulo trazara con la pluma los rasgos escritos con lápiz por el maestro. La lectura nos quita en gran parte del trabajo de pensar. Así nos sentimos aligerados de pensar. Así nos sentimos aligerados al pasar de nuestros propios pensamientos a la lectura. Pero durante la lectura es nuestra naturaleza realmente el campo de batalla de pensamientos extraños.

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No podemos adquirir cualidades de escritor como, por ejemplo, fuerza persuasiva, riqueza de imágenes, don de comparación, atrevimiento o amargura, brevedad, gracia o facilidad en la expresión, ingenio, contrastes sorprendentes, laconismo, ingenuidad, leyendo a los escritores que tienen esas cualidades. Pero sí podemos hacérnoslas conscientes, si las poseemos latentes en potencia y podemos aprender el efecto de su aplicación, entonces las poseemos también en acto.

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La lectura favorece al escritor enseñándole a emplear sus propios dones naturales; pero siempre en el supuesto de que posea estos. Sólo así se pueden conseguir las cualidades del escritor.

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El punto de partida del lenguaje humano se encuentra en las interjecciones, dado que ellas expresan no ideas sino, como los sonidos de los animales, sentimientos y movimientos de la voluntad.

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La palabra del hombre es el material más duradero. Cuando un poeta traduce su más fugitiva impresión en palabras que le son exactamente apropiadas, esa impresión vive durante siglos y se reanima sin cesar en el lector que es accesible a ella.

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Que las palabras de una lengua aumenten al mismo tiempo que las ideas es justo y aún necesario. Si, por el contrario, el primer hecho se produce sin el último, hay aquí un indicio de pobreza de espíritu, la cual a falta de ideas nuevas recurre a palabras nuevas. Esta manera de enriquecer el idioma está a la orden del día, y es un signo de los tiempos. Pero palabras nuevas para ideas viejas es algo así como un color nuevo aplicado a un traje viejo.

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Un vaudeville es semejante a un hombre que viste lo que ha comprado en una tienda de ropa usada; todas las piezas las han llevado ya otros para quienes fueron hechas, y a los que les quedaban bien; asimismo se nota que no son todas de la misma clase. Algo de esto le pasa al popurrí, una chaqueta de arlequín, compuesta de jirones cosidos arrancados de la levita de personas decentes, una verdadera infamia que debería estar prohibida por la policía.

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Todos los principios son difíciles, se dice. En la dramática sucede, sin embargo lo contrario: todos los finales son difíciles. Esto lo demuestran los innumerables dramas cuya primera mitad se presenta bien, pero que después se oscurecen, se atrancan, dudan, sobre todo, en el desacreditado cuarto acto y terminan, por último, con un desenlace forzado, poco satisfactorio o bien previsto por todos mucho antes.

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Sí: Gil toma la copa los viernes con amigos verdaderos. Mientras los meseros se acercan con las charolas que soportan la botella de Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular la frase de Jean Amery: Los libros no sólo tienen un destino propio, también pueden ser destino.

Gil s’en va

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Gil Gamés
  • Gil Gamés
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  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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