Amigos que no malquieren a Gamés le dicen con entusiasmo que dentro de un año ya no habrá mañaneras. ¡Hip-hip-hurra! Pero, ¿y si Claudia Sheinbaum decidiera hacer la nueva mañanera?, preguntó Gilga. Imposible, le respondieron amigos que saben de estas cosas.
Pero mientras se acerca ese momento de feliz liberación, el INE aprobó eliminar los archivos de audio, audiovisuales y/o versiones estenográficas del acontecimiento denominado “Programas para el Bienestar” que se llevó a cabo el 10 de diciembre en Almoloya, Estado de México.
Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Pedro Domínguez. Las autoridades electorales han sancionado al Presidente por sus manifestaciones de carácter político-electoral: “Es importante que no sólo se tenga que ganar la Presidencia, se tiene que ganar la mayoría en el Congreso. Si no se tiene mayoría en el Congreso, no se puede contar con presupuesto integrado. Antes, saben que sucedía, de que no había un presupuesto en beneficio del pueblo, el presupuesto se lo repartían entre ellos. Ahora todo el presupuesto es para los programas”.
El Presidente aseguró que se inconformará con la sanción que le impuso el INE porque la acusación en su contra es "mentira". O sea, el Presidente no dijo lo que dijo: “se tiene que ganar la mayoría en el Congreso. Si no se tiene mayoría en el Congreso, no se puede contar con presupuesto integrado”. Lo que acabo de decir nunca lo dije, y si lo dije, no lo dije y punto y se acabó. Para volverse loco.
Dijo lo que dijo, pero no dijo
Como Liópez respeta la ley, dijo que acatará la resolución para no dar un pretexto a la oposición ni a las autoridades electorales: “…es mentira, no hablé de que votaran a favor de un candidato o un partido, no sé de dónde lo sacaron”. “¿Manipularon?”, se le preguntó. “Sí, de todas maneras vamos a quitar de las redes ese discurso, voy a cumplir. No quiero dar ningún pretexto, pero antes quiero que revisen lo que ellos están sosteniendo como una infracción".
Genial: mentira más necedad da igual a delirio. Un grito desgarrador hizo añicos el silencio del amplísimo estudio: Ay, mis hijos, mañosos, trapaceros, padres de la mentira, hijos de la infamia, nietos de la desvergüenza.
Todos con su chupón y su sonaja porque Liópez nos va a explicar por qué no dijo lo que dijo: “bueno, dije eso, y ya me sancionaron que porque, dice la resolución, llamé a votar por Morena, cuando no es cierto. Está como cuando me sancionaron porque dije algo de la señora o no dije nada, pero manipularon que yo estaba insultando a una posible precandidata cuando no fue cierto. Resulta que manipularon mis palabras, hasta creo que después les dio vergüenza y quitaron a quien hizo la manipulación, claro, como siempre el que paga los platos rotos es el de abajo y la consejera que fue la que tramó todo ahí está”.
Me cae bien
Gil lo leyó en su periódico El Financiero. El Presidente dijo que, de aprobarse su reforma al Poder Judicial, los actuales ministros deberán someter a votación su pertenencia en la Suprema Corte. Cuestionado sobre los detalles de su propuesta, Liópez dijo que, sin importar el tiempo que les falte para terminar su periodo en la SCJN, los ministros deberán participar en la elección que definiría a los 11 integrantes de la Suprema Corte. “Yo estoy porque no se elimine a nadie, que puedan participar en la elección. O sea, se establecen las reglas y si están en funciones, que participen como candidatos y que la gente decida si quieren que continúen o no. Para que no manipulen, no es decir: ‘ya nos van a correr’, no. Si están haciendo un buen trabajo, si son íntegros y profesionales, defensores de la justicia, ellos pueden ser candidatos y puede ser que continúen”.
¿Cómo la ven? Sin albur. El Presidente dice cómo, cuándo, con quién se instala el Poder Judicial. Gil quiso darse un tope en el muro sur del amplísimo estudio: ¿así o más autoritario?
En otra nota de Pedro Domínguez aparecida en su periódico MILENIO, Gil leyó y se jaló los pelos: el Presidente aseguró que el ministro de la Corte Javier Laynez le cae bien en lo personal; sin embargo, dijo que es un claro ejemplo de la podredumbre que hay al interior del Poder Judicial.
El monarca ha dicho, el sultán se ha expresado, el autócrata exige que Gil acepte que no dijo lo que dijo.
Todo es muy raro, caracho, como diría George Orwell: “Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”.
Gil s’en va