Gil iba y venía por la fronda tuitera cuando cayó en esta oquedad de John Ackerman: “Me entristece que tantos mexicanos desprecien su propio pueblo y tradiciones. Prefieren el Buen Fin a la virgen de Guadalupe. Venerar a la virgen es venerar a la patria, tener esperanza en un nuevo amancer y seguir el ejemplo de la lucha libertaria de Miguel Hidalgo. Yo soy guadalupano”. ¿Se desvanecieron? Pues despierten, ¿quieren un poco de agua fría en la cara?
Desde luego, el abogado Ackerman está en su derecho a llorar al pie de una imagen de la virgen morena y, si quiere, hincarse y llegar así a la Basílica de Guadalupe, nomás faltaba, incluso podría ponerse una corona de espinas en la frente. Ahora mal sin bien: no deja de llamar la atención que Ackerman sea el asesor número de uno para asuntos jurídicos de Liópez, candidato a la Presidencia por Morena, supuesto partido de izquierda. ¿No habíamos quedado en que la laicidad consiste en resguardar las instituciones y las leyes civiles de la influencia religiosa? ¿No? Entonces que viva la pepa y todos a rezar para ganar un voto.
Ahora mal sin bien: entre un Buen Fin y la virgen de Guadalupe, Gilga elige el Buen Fin, la pantalla de plasma de gran tamaño, la computadora, los audífonos, el iPad, el iPod y todo lo que empiece con la tecnológica “i”. Este Ackerman es un simulador, un cretino y, además, un hombre cercano a Liópez, cuya izquierda cada día es más de derecha.
Registro
El mismo día guadalupano, Liópez presentó su registro como precandidato a la Presidencia de la República. Ofreció dinero a los ninis, 3 mil 600 pesos mientras se capacitan como aprendices en talleres y empresas; detalló su plan para descentralizar el gobierno federal, Sedesol en Oaxaca, la SEP en Puebla, Salud en Acapulco, Turismo en Chetumal, Semarnat en Mérida, Energía en Villahermosa, Pemex en Ciudad del Carmen y CFE en Tuxtla Gutiérrez, así como lo oyen; por lo demás habrá un Estado de derecho y se eliminará la corrupción, ¿cómo la ven?, dicho sea esto sin un albur descentralizado. Liópez prometió además rescatar al campo del abandono e impedir la política racista de Estados Unidos. Fácil, papita. Como decía el clásico de Tamaulipas: ¡arroooz!
Liópez ha dicho que someterá a consulta, especialmente con las víctimas, la posibilidad de otorgar amnistía a infractores que opten por su readaptación. Buenas tardes, soy El Pozolero, he metido 300 cuerpos al ácido de esta gran olla, ¿me perdonan? “Haremos todo lo que sea necesario para conseguir la paz, someteremos a debate y a consulta, principalmente con las víctimas, la posibilidad de otorgar amnistía a infractores que opten por su readaptación como ha sucedido en otros tiempos en nuestro país y en el mundo”.
Mju, si chucha, como si fuera lo mismo un guerrillero de los 70 que un narco del 2000. Gilga se da un manazo en la frente y una cachetada en el pómulo. De verdad, Liópez no entiende nada, pero algo más, considera que comprende todo. Le corté la cabeza a 10 personas, torturé a 100, maté a mil, soy un zeta, quiero mi amnistía. Es que de veras.
Si Liópez ganara la elección de 2018, habrá mando único y una Guardia Nacional, él se encargará personalmente de la seguridad, como lo hacía cuando era jefe de Gobierno de Ciudad de México. Gilga imagina esa reunión en la cual se revisa la violencia en los 32 estados de la República: empieza a las 7 de la mañana y termina a las 11 de la noche. No hemos terminado, nos faltan ocho Estados, pero ya se durmieron los encargados de la seguridad. Hasta mañana que Juan Pestañas se va a dormir. Un poquito de por favor.
Viajar
Liópez odia los aviones privados y detesta los helicópteros. Liópez retó a Meade y Anaya a recorrer los pueblos sin utilizar aviones privados o helicópteros: “Que se apliquen, que recorran los pueblos, que les dé el sol, que visiten los municipios, que no estén nada más haciendo ruedas de prensa en la Ciudad de México”. Lo dicho: lo de Liópez es la carreta, la orgullosa mula, el sapiente burro y, si se atora, a los empujones. En fon.
Por cierto, Gil le dice a la lectora y al lector: cuidado con las encuestas, la mayoría está mal hecha, o cuchareada, o sesgada, o simplemente comprada y vendida. ¿Hay encuestadores serios y profesionales? Sí, los menos. Y ya entrados en gastos: a todos ustedes les hace falta ver más bax.
Caracho, todo es muy raro, como diría Groucho Marx: ¿A quién va a creer usted, a mí o a sus propios ojos?
Gil s’en va