Gil está de plácemes. Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio Gil leyó en su periódico MILENIO una noticia que guardaba la solución a todos sus problemas: el yoggatón. Que usted duerme mal, yoggatón; que tiene la ansiedad, yoggatón; que llora por los rincones, el yoggatón. Escuchad: “desculonización, activismo del pacer y meditación desde la pelvis son algunas de las características del yoggatón, una combinación de yoga y perreo gracias al que según su creadora, se puede combatir el pesimismo creado por la pandemia”. Ya sabía Gil que no estaba sólo en manos de los científicos la solución al problema: que le duele un poco la garganta: yoggatón.
Dice Maque Pereyra, creadora de esta corriente espiritual, sí, señoras y señores, espiritual: “El movimiento pélvico es tan poderoso e intenso que hace salir todos esos demonios que lo están habitando y, ahora con el covid-19, tendemos a estar mucho en la cabeza y ver lo malo”.
Seamos sinceros, el movimiento pélvico de Gil no es la gran cosa, pero tampoco un mendrugo, sobre todo si le pone ritmo, porque ustedes no están para saberlo, pero el ritmo interno de Gil es de atarantar, para qué más que la verdad.
A diferencia de la práctica del yoga ordinario, esta técnica ofrece, según Pereyra en la noticia de su periódico MILENIO, un espacio donde la sanación está ligada a la diversión y al “perreo intenso”. De acuerdo en todo, pero perreo con cubrebocas porque ya saben cómo viene la mano. En las clases de yoggatón, las posturas de yoga se combinan con la música de Bad Bunny y Maluma. ¡Chido! Grito Gil, eso es lo que necesitaba, algo sensualón.
Escuchen: “ese sudar, sentirse sensual, tocarse, exhalar fuerte, ir con bastante profundidad, el beat del perreo, y combinarlo al mismo tiempo con una meditación a través de la respiración bastante profunda, es lo que ofrece yoggatón”.
Exhalar fuerte, respiración profunda, más el perreo, que por cierto domina Gamés. Número de personas contagiadas de covid después una sesión de yoggaton: mil. Pero que impota, wey, si te estas liberando de los demonios.
Historia del yoggatón
Este invento que salvará a la humanidad del covid es como una vacuna rusa, pero mejor. Nació en Berlín en el año de 2016. La creadora cuya mente inquieta no cesa de fabricar productos capaces de salvar a la humanidad cuenta que un día que volvía de fiesta y necesitaba estirar: “dije: me pongo reguetón porque todavía tengo el sentimiento de fiesta, pero necesitaba estirar sí o sí porque si no de esta no sobrevivo”. Y a estirar durísimo.
A Gil también le ha pasado: sino estiraras, aquí palmas. Así aprendió con su intuición el yoggatón: a estirar, duro, bien y bonito. No, no hagan comentarios mordaces, esto es serio, caramba. Dice Maque Pereyra: “Entonces me puse a hacer yoga y empecé a permitirme mover el culo y perrear mientras lo hacía. A partir de eso vi, guau, que esto tenía algo superhipnotizante (…) mientras lo hacía sólo sé que fueron horas, que estuve diciendo, que rico se siente: perro bocabajo, volver, respirar, inhalar, saludo al sol, otra vez perrear”.
Error de perspectiva
Un momento. Esta chica Maque Pereyra, ¿no estará confundida? Siempre cabe la posibilidad de que uno realice una acción pensando que realiza otra. A todos nos ha pasado. Por ejemplo, Maque no menciona el chivito en el precipicio, sólo el perreo, pero el perreo es una ficción, el chivito una realidad. Pereyra afirma que el yoga puede consistir en mover el culo, de acuerdo, pero cómo, ¿hombre derruido por el movimiento femenino, o poder femenino a secas y secos? En fon, a Gil ya se le hizo engrudo las bolas, o como se diga, por Dios.
En resumen: ha surgido una sanación para el temor psíquico al covid, el miedo a la enfermedad, la angustia, a la gravedad, y todo gracias a Maque Pereyra que andaba en Berlín de reventón y descubrió el yoggatón. Gil lo adoptaría: “te invito a un yoggatón, ¿vienes? Claro que voy, a mí me gusta el meneo. Pues vamos, el perreo y Maluma son lo mío, y lo tuyo”. No somos nada.
Todo es muy raro., caracho. Como diría Oscar Wilde: “Los placeres sencillos son el refugio de los hombres complicados”.
Gil s’en va
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