Gil salió de la residencia oficial de Los Pinos pasadas las 9 de la noche. Pleno de información, es decir con la cabeza bomba y bombo, al borde de un ataque de nervios, no por los graves asuntos de los que se enteró puertas adentro, sino porque estuvo encerrado con sus colegas más de tres horas en el Salón Miguel de la Madrid.
El presidente Peña se reunió con más de 50 periodistas en dos sesiones, una por la mañana, otra por la tarde que se alargó hasta la noche mientras Gamés se mordía los nudillos de la desesperación. El secretario de Hacienda, José Antonio Meade; el director de Petróleos Mexicanos, José Antonio González Anaya, y el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, acompañaron al Presidente. El tema: el libre precio de la gasolina mediante una "suavización", así dijeron, de los aumentos o decrementos halados por los precios del petróleo y de los combustibles en el mundo y el tipo de cambio.
Gilga estuvo muy atento los primeros cuatro minutos, lapso en el cual se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló: ¿Y por qué rayos no "suavizaron" desde el principio? ¿Por qué más bien "endurecieron" provocando una reacción de revuelta y motín?
Cuando empezaron a salir los cuadros, las gráficas, los números, Gil ya pensaba en la inmortalidad del cangrejo, un cangrejo apocalíptico porque todo pinta mal en materia económica. Vean si no: precio del petróleo de risa loca, la gasolina libre en banda, el tipo de cambio volátil a punto de pasar a la fase del vapor; en puerta, la muerte del Tratado de Libre Comercio; las deportaciones y el clima antimexicano en Estados Unidos aumentarán y no se sabe qué podría pasar con las remesas. Un grito desgarrador se oyó en el amplísimo estudio: Ay, mis hijos al borde del abismo.
Incertidumbre
Si la lectora y el lector creen que Gamés exagera, citará al presidente Peña: "Lo único cierto es que todo es incierto", así lo dijo, como lo leen. Si Gilga oyó bien, el presidente Peña dijo que había que lanzarse al agua, como tirarse desde La Quebrada y esperar a que pasara una buena ola. Ante la perspectiva, Gamés empezó a cantar mentalmente la vieja canción de Daddy Yankee: "dale más gasolina, a ella le gusta la gasolina. Dame más gasolina". El reguetón como análisis económico. La memoria de Gamés lo asalta y le roba la cartera de sus recuerdos: México no vivía una situación así desde la crisis de 1994-95 y desde 2008. Aigoeei.
La negociación con Estados Unidos, dijo el Presidente, será integral y no habrá un acuerdo si no se acuerdan todos los temas. Pas mal, pero la cosa está que arde. Mientras todas estas imágenes catastróficas pasaban en desorden alrededor de la mesa, Gamés ya estaba otra vez en la luna de Valencia. Una luna cuyo porvenir es más oscuro que nuestro postróleo.
Por cierto, lectora, lector: nuestro postróleo se acabó. Nos acabamos Cantarel, si queremos postróleo habrá que ir a aguas profundas. Definitivo. México nunca había producido por debajo de 2 millones de barriles, producción actual. Es como haber tenido un gran centro comercial y ahora despachar cuartitos de frijol en una miscelánea. Oh, sí.
Los presidentes oyen
Después de mirar al presidente Peña, Gamés vio los muros de la patria suya, si un tiempo fuertes ya desmoronados, diría el clásico, cubiertos por óleos de ex presidentes mexicanos. De la Madrid y Zedillo escuchaban a José Antonio Meade y decían en voz baja: así debe ser, el camino correcto. Lástima que a veces el camino correcto conduzca al voladero. De la Madrid, por cierto, añadía: qué chavocha la chevecha.
Luis Echeverría y José López Portillo entrecerraban los ojos y mascullaban: otra vez somos los culpables de todo, ya nos agarraron de sus puerquitos. A ver, enseñen a Javier Duarte y señora si se sienten los muy muy, dijeron LEA y JLP. El ex presidente Miguel Alemán no entendía nada, nunca entendió mucho, y preguntaba: ¿cuánto costará el metro cuadrado en Las Lomas? Todavía me quedan por ahí unos terrenitos. Ah, Díaz Ordaz fue definitivo: les dije que la democracia era como el diablo, falaz y traidora, pero no me hicieron caso.
Gilga subió la vista y vio a Fox y a Calderón, sonrientes. Nosotros vendimos el barril de petróleo a más de 100 dólares, ¿envidia? Así es la historia, ¿y qué hicieron con los excedentes estos ex presidentes? Uno, nada; el otro, una guerra. Atrás de Gilga, Carlos Salinas no ponía atención a la mesa ni a la exposé de Meade, daba órdenes: Pedro, Herminio, Serra se me van pitando a Washington y le dan un calambre a los negociadores gabachos; ah, y por favor regresen a Videgaray y Guajardo a sus cunas. Y al fondo, sí, al fondo desde la perspectiva de Gamés, Lázaro Cárdenas, de pocas palabras, malencarado, adusto, dijo: mal, muy mal, no dan golpe. Me regreso a mis cenizas.
¿Sabían que México es el cuarto consumidor de gasolina del mundo, solo por debajo de Estados Unidos, Canadá y Australia? ¿Estamos locos? Sí.
Robert Louis Stevenson en el amplísimo estudio: El precio que tenemos que pagar por el dinero se paga con la libertad.
Gil s'en va