El miércoles anterior, la foto bocabajo del niño kurdo de 3 años, ALAN KURDI, quien apareció ahogado en una playa de Turquía, dio la vuelta al mundo avivando la polémica sobre la crisis migratoria que enfrenta Europa.
Junto a ALAN fallecieron su hermano GALIP de 5 años y su madre, REHAN; además de otros 12 sirios que viajaban desde Turquía en dos botes con destino Grecia.
Al igual que ellos, la actual crisis migratoria mediterránea cada día cobra más muertes de personas, quienes pierden la vida encerrados en camiones o ahogados en el mar.
Según cifras de la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), en este 2015 han muerto más de 2 mil 500 personas, en su mayoría en aguas del Mediterráneo.
La situación de guerra, detenciones arbitrarias, torturas, abusos sexuales, represión informativa, miseria y violación de derechos humanos, han motivado que familias enteras de países como Siria, Afganistán, Eritrea, Nigeria y Somalia, entre otros, huyan de sus lugares de origen y recorran miles de kilómetros para llegar a sus destinos en Europa, con la esperanza de encontrar una vida mejor.
La ACNUR anota que, en lo que va de 2015, más de 300 mil inmigrantes han cruzado el Mediterráneo para escapar de los conflictos en sus naciones, situación que genera la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial.
Para la comunidad internacional, lo más preocupante es la incapacidad de las autoridades para encontrar una solución a este drama humano, el cual cada día toma mayores dimensiones.
Países como Austria y Hungría ya avizoran el momento de usar la fuerza militar contra los inmigrantes, quienes, a su vez –irónicamente-, huyen de conflictos armados.
Ahora bien, ¿Por qué éste número tan alto de inmigrantes eligió el actual momento para realizar una travesía en la que arriesgan su vida?
Porque para los desplazados los campos de refugiados de sus países vecinos ya no son opción vital, la situación humanitaria no mejora y porque Alemania decretó no deportar a migrantes que han llegado a los países de la UE.
Desafortunadamente, la movilización de estos migrantes por el Mediterráneo genera para el crimen organizado unos 650 millones de dólares al año.