Años atrás escuchaba el testimonio de un chico que recién terminaba la escuela secundaria para personas que trabajan, en la entrega de certificados.
Era algunos años mayor de la edad promedio porque justamente, a causa de carencias económicas y el tener que trabajar para sobrevivir desde una etapa temprana, no había podido cursar la escuela en forma convencional.
Me impactó escuchar su discurso y su agradecimiento a la directora. Él era la única persona de su familia que había logrado concluir ese grado educativo y decía que la maestra lo había impulsado mucho. Que ahora iba por la preparatoria y después por una carrera.
Ese día de la ceremonia, él afirmó que soñaba con el día en que tuviera un trabajo después de concluir su carrera profesional, para poder ayudar a su familia a superarse y tener mejores destinos.
Había crecido escuchando burlas y críticas por su interés por la escuela; sus hermanos y amigos le decían que “eso no era para ellos por ser pobres, y que lo único que importaba era trabajar y resignarse”.
Su familia trabajaba en una despicadora de mariscos y era de una clase marginal, que vivían al día cobrando el producto que lograban limpiar y empaquetar durante muchas horas de trabajo.
Pero lo peor no era eso; venía de un ambiente donde las drogas, el alcohol, la prostitución, el robo, entre otras barbaridades, eran el pan de cada día y estaban absolutamente normalizadas por sus padres y hermanos.
Supe después que, inexplicablemente, él nunca cedió a esos estilos de vida; no robaba, no se drogaba, no le parecía normal actuar así.
Y resulta increíble, porque nunca tuvo quien lo guiara y apartara de los vicios. Simplemente se enfocó en trabajar duro y estudiar cuando podía.
¿Qué fuerza inexplicable lo empujó a no contaminarse con ese ambiente atroz? Ni su historial genético ni su ambiente lograron doblar su espíritu.
Esa energía extraña ha sido bautizada como “resiliencia”. Lo malo es que surge de forma espontánea en uno en un millón.
La buena noticia es que también puede ser aprendida: poseemos el potencial interno para elegir dejar de ser un producto de nuestro pasado.
Y elegir convertirnos en productores de nuestro presente.
