Esa etiqueta superficial hace referencia a las características psicológicas de las nuevas generaciones, que padecen de una enorme fragilidad ante críticas o situaciones frustrantes.
Pero lo cierto es que no nacieron siendo débiles y exagerados en sus quejas; son el reflejo de lo que les hemos enseñado desde una edad temprana. Bien o mal, ellos son el resultado de nuestro sistema de crianza. El nivel de fragilidad ante la crítica de sus compañeros durante la adolescencia, por ejemplo, es directamente proporcional a la efectividad y a la cercanía afectiva del rol de los padres. Un chico que ha crecido sabiéndose querido y aceptado, reconocido y validado, y también educado con los límites correctos, dispondrá de una especie de vacuna psicológica que le otorga cierta resistencia o inmunidad ante los comentarios tontos y el acoso escolar tan común en nuestra época. Aprenderá a ignorar las bromas absurdas y las burlas, porque tendrá plena conciencia de su propio valor, sin depender de la opinión ajena.
Sin embargo, cuando los hijos se desenvuelven con padres que les hacen comentarios devaluatorios, críticas hirientes, o simplemente carecen de reconocimiento y validación, sus personalidades crecerán débiles. Serán una víctima fácil de la burla de sus compañeros de escuela y se convertirán en adultos retraídos, con enormes dificultades para poner límites ante el abuso y el maltrato psicológico. Serán esos que en su trabajo y relación de pareja no podrán decir “NO” ante algo que no les gusta. Tolerarán abuso y explotación, a causa de la debilidad psicológica con que crecieron. En los casos más graves, una persona que ha sido víctima de acoso prolongado y que carece de los recursos psicológicos para afrontar esa persecución, puede llegar a ponerle fin a su vida. En las consecuencias extremas, tenemos al adolescente de la escuela norteamericana y víctima de bullying prolongado, que un día se cansa de tanto abuso y llega con armas automáticas y aniquila a 20 de sus compañeros y a sí mismo.
¿Qué clase de tragedia tenemos que experimentar para aceptar que ya es urgente tomarse en serio la necesidad de una mejor educación emocional para los chicos?
