El nivel de desastre y atrevimiento en la conducta desordenada de los hijos, crece inversamente proporcional al nivel de conciencia y ejercicio de la autoridad por parte de sus padres.
Escuchamos frecuentemente expresiones de queja sobre el comportamiento, perturbador, agresivo e irresponsable de las nuevas generaciones, como si este fenómeno hubiera surgido espontáneamente, como un suceso fortuito a partir de la nada, o que simplemente fuera un efecto de brechas generacionales.
Lo cierto es que sí tiene perfectamente definida su etiología; antes que un chico comience a tener una conducta desastrosa en la pubertad o la adolescencia, primeramente se gestó una larga historia desde sus primeros años de vida, caracterizada por la ausencia de límites comportamentales, ante la autoridad desdibujada y maltrecha de los padres.
¿Por qué razones un padre o una madre, dejan de asumir esta responsabilidad de guiar a sus hijos y de establecerles consecuencias directas y dolorosas sobre su conducta ingobernable?
La respuesta oscila entre la inmadurez cuando se convirtieron en papás, la falta de planeación de ese embarazo y la falta de resolución de los propios conflictos emocionales. Es terrible para una persona joven, que aún está lidiando con los pesares afectivos de su infancia y su adolescencia, de pronto convertirse en padre.
No se tiene capacidad para ponerle orden a la propia cabeza y se vuelve un reto descomunal madurar de manera forzada para convertirse en guía y ejemplo de otro. No se tiene ni la paciencia ni la inteligencia emocional.
No necesariamente este fenómeno de autoridad caótica atañe sólo a padres adolescentes; hay padres arriba de los 30, cuya edad cronológica, no coincide con la mental ni la emocional.
Padres egoístas. No aprenden cosas nuevas ni se actualizan en habilidades directivas y perciben a los hijos como una carga. Por su culpa, las escuelas ya están convertidas en guarderías.
Urgen campañas psicológicas de prevención sobre el infierno en que la vida se convierte, para sí mismo y para otros, al traer al mundo hijos no deseados y que no van a ser cuidados. Hay personas que simplemente nunca debieron embarazarse.
