Las personas no necesitan ser como tú esperas; han sido así como son ahorita, los últimos años de su vida… y nada les ha pasado; con todo y sus manías, así les ha funcionado. Tus buenas intenciones no les han hecho falta hasta este momento.
Por sorprendente que te parezca su modo de ver las cosas, para ellas está bien. Así son felices o por lo menos están cómodas. ¿Quién eres tú para sacarlas de su zona de confort? ¿Por qué te aferras a que sean como tú?
Quizá lo hagas “por su bien”… ¿te has preguntado si para ellas “está bien”? Quizá pienses que necesitan que te preocupes por su salud, o por sus emociones… ¿No crees que ya te lo habrían pedido si así fuera? ¿No serás tú quien necesita eso y estás proyectando tus propias carencias? Renuncia al control.
La mayor parte de las cosas con las que te desvives por la gente son cosas que ellos podrían hacer por sí mismos y que generalmente no te pidieron. ¿De dónde sacaste que tu misión era ser su gurú o su guía espiritual? No confundas ser noble con ser rescatador.
Las personas tienen derecho a descuidarse, a olvidar el sweater, a no pedir ayuda, a asolearse sin sentido, a permitir ser pisoteados por otros, a trabajar doble, a malpasarse; a comer a deshoras… a no tomar su medicina, a enfermarse.
¡A dejarse morir incluso! Así lo decidieron. No tienen una pistola en la cabeza. No necesitan que los persigas o asfixies.
Con frecuencia olvidamos un detalle: ¡son adultos! Y por equivocados que te parezcan, tienen el derecho de estar así. ¿Podrías hacerles el enorme favor de respetar eso?
Nos encanta salvar gente… incluso a aquellos que no pidieron ser rescatados. Renuncia al control.
El mundo no necesita mártires. Si de verdad te fascina el “altruismo”, acude a la Fundación Calcuta… o a las Misiones Cristianas al África… ahí de verdad que necesitan gente así.
Cuando intentamos darle sentido a las vidas de la gente, es probable que la nuestra no lo tenga. Angustiarte por arreglar el caos en su existencia, te mantiene ocupado y no ves tu propio desorden. Las personas no necesitan que seas un satélite en sus vidas. ¿Podrías dedicarte a atender la tuya? Renuncia al control… o la vejez te llegará mucho antes de tiempo.