¿Quién tuvo el corazón tan negro para denunciar a un pobre anciano mental y anímicamente afectado aquí en Tampico por tomar unos cacahuates? ¿Qué pasa en el sentido común y el humanismo de las autoridades para actuar así contra una persona en esas condiciones?
¿Se suicidó de verdad? ¿Alguien con la aparente debilidad con que lucía el señor, tuvo la fuerza para atentar contra su vida de esa manera? Ningún suicida decide eso en un arranque sin tener un historial de señales o intentos previos.
Quizá nunca sabremos la verdad. Nos estamos hundiendo con la falta de humanismo, empatía y sensibilidad. ¿Nadie de los testigos pudo pagar al comercio afectado los cacahuates que le habían sustraído? ¿Es posible tanta indolencia y tanto egoísmo?
¿A nadie les movió el corazón ver las condiciones del anciano que solo tenía hambre y no poseía recursos?
En México tenemos un grave atraso en derechos humanos y respeto a las personas con limitaciones físicas o psicológicas. Muchos infractores menores que incluso padecen de sus facultades mentales, son tratados como los peores delincuentes.
Pacientes psiquiátricos son a veces detenidos sin valoración médica especializada y terminan siendo procesados, condenados y mezclados con verdaderos y peligrosos criminales. No se cuenta con instalaciones adecuadas y ni siquiera contamos con cobertura social de salud mental en nuestro país.
Pero el atraso tan grave que padecemos no solo se remite a los sistemas de salud y capacitación; estamos ante una enorme carencia humana y espiritual de amor por los demás, se carece del mínimo sentido de compasión por el desvalido.
Tenemos proyectos en ciencia y tecnología, en investigación y desarrollo económico. Y eso es excelente… pero dejamos de lado por décadas, el desarrollo interno y priorizamos el individualismo.
Entre las carencias emocionales de esta sociedad, la insensibilidad y el egoísmo son los peores males. Ya en los tiempos prehispánicos, Tlaxcaltecas y Aztecas (razas hermanas en realidad), se hicieron pedazos entre ellos hasta el día de la conquista en lo que ahora es México.
No nos nace ni la unidad ni la empatía. No hemos cambiado gran cosa desde aquellas oscuras épocas.