Me gusta la observación de las aves, definida por alguien como algo hecho de “mitad pasatiempo, mitad ciencia y mitad religión”.
Así queda bien caracterizada la actividad que me hace poner el despertador a las cinco y media o antes los domingos y días fes-tivos.
Ver aves aporta muchos beneficios. Nos pone en contacto con entornos naturales y eso conlleva beneficios físicos y mentales. Ayuda a cultivar la paciencia, la atención y la observación.
Es un portal que lleva a indagar y conocer más sobre la naturaleza de la región, del país y del planeta en el que vivimos. Por puro placer.
Además fortalece las relaciones entre las personas. Viendo pájaros he conocido a per-sonas increíbles y, más aún, nos hemos vuelto amigos. Una amistad que resiste la dis-tancia, por ejemplo.
Los observadores de aves en los Estados Unidos inyectan a la economía de ese país mucho más que la cacería o la pesca. Estos beneficios económicos se dan por la com-pra de equipo, de ropa, de libros, por los donativos a los organismos que estudian y protegen a las aves, por los viajes, por la contratación de guías, por el hospedaje y por la comida.
Una vez que uno se vuelve observador de aves, es para siempre. No hay un vuelo o un canto que pueda pasar desapercibido.
Así sea en el cine o en la televisión, el canto de un ave nos hace empezar a buscar la fuente, a veces descuidando la trama de lo que vemos.
Los pajareros, cuando nos encontramos en terrenos ignotos, contratamos a una persona para estar en el lugar indicado y reconocer, con su auxilio, aquello que estamos viendo.
Si estamos en sitios conocidos, siempre hacemos un esfuerzo por aportar algo a la economía local consumiendo alimentos o contratando guías.
Para observar aves ayuda tener unos binoculares (recomiendo potencias 7X u 8X) y una guía de campo.
Ahora contamos con la primera guía local, las “Aves comunes del Cañón de Fernández”, un esfuerzo colectivo de Prodefensa del Nazas.
Ojalá nos acompañe a su presentación y se anime a adquirirla. Mañana lunes, a las 19 horas, en el auditorio del Museo Arocena.