Hace relativamente poco, expresé mi preocupación por la creciente dificultad que hemos estado experimentando muchas personas, no necesariamente adultos mayores, para recordar situaciones o eventos sucedidos recientemente.
Es notable el deterioro en la memoria que, poco a poco, se va generalizando entre la población, no sólo los podrían considerarse viejos.
La popularidad de herramientas que nos facilitan pensar menos y sentirnos cómodos con ello, ha ido creciendo conforme también se desarrolla más tecnología.
Recuerdo cómo, cuando era joven estudiante, podía realizar los cálculos utilizando papel y lápiz, sin calculadora.
Hoy, los jóvenes de preparatoria tienen tanta tecnología en sus manos que escribir sobre papel pareciera arcaico, pero en realidad esto ha generado más la dificultad para aprender y recordar, o peor aún, ha provocado no asociación de conocimientos.
Así pues, en alguna ocasión comenté que pronto estaríamos evidenciando el nacimiento del Alzheimer juvenil y luego, el infantil.
El asombro es mucho porque hace poco se popularizó el caso de un joven chino de 19 años que padece esta enfermedad.
Así como hace medio siglo la diabetes en niños era impensable y hoy es una terrible realidad, ahora atestiguamos el inicio de otra gravísima enfermedad, la llamada diabetes tipo III, pero en jóvenes.
De manera paulatina nos hemos dejado convencer que todo avance tecnológico es bueno, sin cuestionar.
No reflexionar lo que hacemos o pensarlo poco se ha vuelto normal.
Ya no sopesamos pros y contras respecto a un parámetro claro.
Reemplazar nuestro pensamiento crítico por uno automático nos está dejando a merced de otros, incluyendo a la tecnología que consumimos.
Pongámonos atención, pero también a los niños y jóvenes, que podríamos estar provocando graves problemas en su salud mental: dificultad para concentrarse, pérdida gradual de la memoria a corto plazo, disminución de la capacidad lectora, no recordar dónde dejó las cosas o qué comió, no auguran un buen panorama respecto a su capacidad cognitiva.
Qué trágico truncar el desarrollo cuando no se ha terminado de madurar el cerebro.