Las caminatas vespertinas con mis socios caninos empezaron a verse acompañadas por una luz en el cielo.
Aparecía en el camino del Sol cuando este ya se había hundido en el horizonte.
Se volvió muy evidente cuando los días se acortaron y la noche llegó más temprano.
Día a día, esta luz se manifestaba cada vez más alto en el firmamento, y su trayectoria, hermosamente, se entrelazaba con el viaje de la Luna.
Es brillante, con gran masa y no titila. No es una estrella, sino un planeta: el segundo de nuestro sistema.
Los romanos lo llamaron Venus, asociado a la divinidad femenina por el nombre de la diosa, Afrodita para los griegos.
Los mexicas le asignaron el nombre Hueyi Citlalin, “la gran estrella”, a quien los mayas nombraron Noh Ek.
Con la excepción del Sol y la Luna, Venus es el cuerpo celeste más brillante en el firmamento.
No posee ninguna luna (como su hermano menor Mercurio). Su tamaño es muy similar al de la Tierra.
Algunos le han llamado nuestro planeta gemelo, pero su superficie es rocosa, llena de volcanes, y su atmósfera densa, caliente y, por su presión, letal para nosotros.
En vez de oxígeno y transparencia, está arropado por dióxido de carbono, que produce un efecto invernadero extremo, y nubes opacas de ácido sulfúrico.
Paradójicamente, son estos vendajes químicos los que recrean, desde nuestra perspectiva, la belleza, espectacularidad y brillantez de Venus al reflejar la luz solar.
A diferencia de los otros planetas, Venus rota en el sentido de las manecillas del reloj, por lo que el Sol sale en el poniente y se mete en el oriente.
Su movimiento de traslación (un año venusino) dura 584 días, que desde la Tierra observamos en cuatro periodos espectaculares.
La primera fase corresponde al lucero de la mañana y es cuando Venus es visible al amanecer. Dura 263 días.
Luego Venus se oculta detrás del Sol a lo largo de 50 días y desaparece de nuestro firmamento.
Después de este lapso de “ausencia”, Venus regresa a la puesta del Sol y brilla por otros 263 días como la estrella de la tarde.
Al final de esta fase, Venus se hunde en la oscuridad y por 8 días solamente se postra delante del Sol para reaparecer, victoriosa de su viaje por el inframundo, como la estrella de la mañana.
Así, su ciclo vuelve a empezar.
Por las características de su ciclo, Venus es una estrella-planeta dual (¿por eso se le ha relacionado con la feminidad?) cuyas otras características y mitología conoceremos en las próximas entregas de 30-30.