Lolita de Vladimir Nabokov es un libro mayor que cambia a quien lo lee.
Los escritores soñamos con escribir una obra semejante, que transforma las raíces de lo que parecía ser nuestro sólido entendimiento de las cosas. Los personajes fluctúan también a lo largo de las casi 400 páginas, y los juicios que formulamos sobre ellos empiezan a perder la gravedad.
Lolita es como una casa de espejos en la cual el lector y los personajes se ven reflejados de distintas maneras, y esos reflejos producen explicaciones desde diferentes puntos de vista; algunos distorsionados, algunos llenos de belleza, y otros tan precisos como una imagen en 4K.
Es un viaje por los Estados Unidos. Es un viaje sobre la pasión con culpas. Es un viaje que analiza la ley y los discursos psiquiátricos, cuya bibliografía hasta ese momento (1955) era insuficiente. Es por eso que Lolita es un libro que complementa la ciencia, la sociología y la filosofía, entre otras disciplinas.
Es un libro que habla sobre lo invisible, lo increíble y lo indecible, y que materializa esa sombra que nos persigue y que nos negamos a reconocer. Un porcentaje significativo de los seres humanos en nuestra sociedad experimenta la vida como Humbert Humbert (o sus variaciones) y trata a quienes están a su alrededor como personajes de una novela personal.
Es un libro sobre la tradición literaria europea, y su renovación en el nuevo (horrible, desconocido, ordinario, aunque pródigo) mundo. El libro del aristócrata ruso que, como un lejano gemelo de Joseph Conrad, escribe en inglés para el misterio y el aprendizaje de gringos y demás. Es el viaje por la realidad que una voz educada, estructurada y en la mayoría de las veces honesta (al menos así lo parece) construye para nosotros, y para nuestro interior conocimiento, humor y delineación (o replanteamiento) de los reglamentarios límites.
No hay desperdicio para quien se asigna la lectura de este libro. La niña Lolita (se llama así porque queda como el recuerdo de la luna de miel de sus padres en México) es la nueva Annabel Lee de Edgar Allan Poe; el amor trunco que en otro cuerpo alcanza su realización. Es el secreto del abandono de la infancia.
La imagen de adolescencia que se queda en el cajón de la memoria para nunca más volver.
Quizás.
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