Por una cabeza
En El caballero verde (EU-Canadá-Irlanda, 2021), David Lowery vuelve al mundo de la fantasía, tras Mi amigo el dragón (2016) e Historia de fantasmas (2017), pero desde una perspectiva distinta, internándose en la época medieval con base en un texto de finales del siglo XIV en forma de poema épico titulado Sir Gawain y el caballero verde, que sirvió de base para una serie televisiva a finales de los sesenta, un par de películas (Gawain and the Green Kinght, 1973; La espada del valiente, 1984) y otros dos filmes para televisión: el peso del simbolismo tanto en los personajes como en las acciones y hasta en los objetos, permea toda la construcción argumental y abre posibilidades interpretativas.
El director de Un caballero y su revólver (2018) retoma la premisa básica del reto que plantea un hombre-árbol gigante (Ralph Ineson), quizá inspirador de los Ents tolkinianos y por quien se titula la película, a un grupo de caballeros para asestarle un golpe con la espada Excalibur y, pasado un año, ir a la capilla donde vive este extraño personaje para recibir uno igual. Gawain (Dev Patel, dubitativo), sobrino del Rey Arturo (Sean Harris, feneciente), invitado a la reunión navideña en torno a la mesa redonda con la presencia también de la reina (Kate Dickie), recién vuelto a Camelot y que era un joven que pasaba el tiempo con su novia Essel (Alicia Vikander), acepta forzadamente el desafío, mientras su madre Morgana (Sarita Choudhury), celebra un ritual cargado de misteriosa magia que se relaciona con el particular desafío.
Pasado el año, el potencial e inesperado héroe parte sin mucha confianza rumbo a su destino en un corcel, armado con un hacha y portando una faja elaborada por su madre para evitar que sufra algún daño mientras la traiga puesta: una inquietante travesía para ponerse a prueba como hombre, cumplir su promesa y enfrentar sus temores como posible heredero al trono, en la que primero se topa con unos ladrones que lo despojan de todo para después ver a la fantasma de Winifred, en busca de su cabeza; caminar junto a unos gigantes en peregrinación y finalmente, ya cerca de la capilla del Caballero Verde, llegar al castillo de Bertilak de Hautdesert (Joel Edgerton, ¿el mismo caballero verde?) y su esposa, igual a su novia Essel, además de una intrigante anciana (¿su propia madre?): ahí se encontrará con seducciones, avisos, propuestas, tentaciones, amenazas y tratos por descifrar.
Épica contenida cargada de simbolismos desde el color mismo del caballero: un verde que implica descomposición, no vida, del cual habrá que liberarse acaso aceptando la propia muerte honorable, en lugar de no aceptarla y vivir el resto de los días en decadencia, despreciando a su pareja, casándose por conveniencia y al final, de cualquier forma, perdiendo la cabeza entre la podredumbre y el despojo de la mágica faja protectora, lejos de la honorabilidad que se esperaba si cumpliera con su misión: los caminos pueden ser inescrutables cuando se tiene la cabeza puesta para recibir al destino, con todo su filo y brutalidad. El score compuesto por Daniel Hart viaja de la tesitura ritual a la coral con lances entre acechantes y esperanzadores, bien envueltos en un folk de clara esencia celta, acompañando una sobria puesta en escena que resalta los detalles cargados de significado.
Fernando Cuevas
cinematices.wordpress.com
@cuevasdelagarza