Primero se fue surfeando sobre armonías reconocibles y acabó complejizándolas conforme se adentraba en su propio océano compositivo, con todo y las impredecibles tormentas marítimas que empezaban a producirse en su prodigiosa mente, convulsa y alterada, en lucha permanente por la recuperación de la construcción sonora, fundamentada en una arquitectura de yuxtaposiciones, aventuras vocales y una complejidad de barroquismo psicodélico. En su labor como productor, compositor e intérprete, influenció a colegas contemporáneos —Dylan y The Beatles, para no ir más lejos— y a una enorme cantidad de grupos, adjetivando el pop como nadie más: progresión, de cámara, dream, art, sunshine y los que se sumen.
Tras una infancia difícil al lado de un padre violento y una adolescencia enajenada, Brian Wilson canalizó su atribulada mente en composiciones luminosas, complejas y cercanas a la vez. Formó The Beach Boys en familia y publicó entre 1962 y 1963 una trilogía surfista de discos que consolidó al grupo y, después de otro par de obras, la evolución empezó con All Summer Long (1964), avanzó con The Beach Boys Today (1965) y explotó con Pet Sounds (1966) —que incluyó Caroline, No, considerado su primer sencillo como solista—, disco esencial de la música popular que retomó la pared de sonido de Phil Spector, acordes de Burt Bacharach y apuntes jazzeros para construir una apuesta orquestal de vanguardia y de un barroquismo innovador para el mundo del pop, con todo y apuntes místicos. Sus problemas de salud mental lo fueron alejando paulatinamente del liderazgo del grupo.
Volvió a las grabaciones ya como solista con el homónimo Brian Wilson (1988), brillante y demostrativo de la genial mente compositora que seguía habitando en él como se advierte en la sinuosa Rio Grande, y con el álbum no oficial Sweet Insanity (1990), ambos en colaboración con su psicólogo, el controversial Eugene Landy; del segundo álbum y del Sessions (1994-1996) con Andy Paley, se retomaron piezas para integrar, posteriormente, Gettin’ In Over My Head (2004), en el que aparecieron McCartney, Clapton, Elton John y Carl Wilson. Por su parte, I Just Wasn’t Made for These Times (1995) fue una colección, en su mayoría, de canciones previas con un nuevo enfoque, además de servir como base sonora para el documental del mismo título dirigido por Don Bas.
Este mismo año, colaboró con su voz y los arreglos vocales para las canciones del viejo cómplice Van Dyke Parks, acomodadas estéticamente en Orange Crate Art (1995). Cerró el siglo con el más convencional Imagination (1998), incluyendo versiones y canciones propias, entre las que se incluyó Lay Down Burden.
Y en efecto, inundó al mundo sonoro con Brian Wilson Presents Smile (2004), un profundo trayecto creativo y emocional para retomar el proyecto que había dejado pendiente en 1967, ya sin sus compañeros de los Beach Boys, con quienes tuvo diferencias a raíz de la publicación del álbum; la reescritura y la adhesión de nuevas transiciones, en las que contribuyeron Parks y Sahanaja, contribuyeron a darle a esta obra una mirada más luminosa y así volver a la genialidad de barroquismo pop y orquestal, atravesada por apuntes experimentales iluminados por un sol radiante. What I Really Want for Christmas (2005) se conformó por canciones navideñas clásicas, versiones de The Beach Boys y composiciones propias.
Inspirado en la canción homónima de Frankie Laine y con el apoyo poético de Parks, grabó That Lucky Old Sun (2008), toda una celebración del sur de California y su iridiscencia enviada por Helios, incluyendo, por supuesto, la infaltable y nutritiva presencia mexicana. Siguieron sus discos al amparo de Disney: primero fue Brian Wilson Reimagines Gershwin (2010), completando un par de canciones e interpretando otros clásicos de los hermanos, sin dejar de recordar el tiempo de verano, y después In the Key of Disney (2011), revisitando clásicos de la casa.
Regresó al estudio con el armónico y ligero No Pier Pressure (2015), seguido de Brian Wilson and Friends (2016), grabado en vivo, y de At My Piano (2021), constituido por versiones de clásicos. Long Promised Road (2021), incluyó piezas inéditas y Right Where I Belong, canción nueva compuesta con Jim James (My Morning Jacket); se derivó del documental homónimo dirigido por Brent Wilson con el apoyo del periodista Jason Fine, quien se hizo amigo del genio sujeto del filme quien a pesar de, o en parte debido a, su dificultades con la propia mente y las voces internas, construyó un andamiaje sonoro innovador y de gran trascendencia no sólo para el rock, sino para todo el espectro de la música popular, vanguardias incluidas. El largo camino prometido llegó a un lugar donde sólo Dios sabe pero seguro sonríe.