Política

Saber perder

Escuchar audio
00:00 / 00:00
audio-waveform
volumen-full volumen-medium volumen-low volumen-mute
Escuchar audio
00:00 / 00:00

En la política ganar o perder es propio del oficio. En un esquema autoritario las certezas son anhelo, también el dogma. La duda al igual que lo incierto es el espacio de la libertad. Las verdades son precarias y, desde luego, sujetas a reserva. Por eso no puede haber incondicionalidad a nada ni a nadie.

Un déficit de la democracia mexicana de siempre han sido los malos perdedores. Hay excepciones: Diego Fernández de Cevallos tiene el mérito de ser el primer candidato presidencial no beneficiado que con oportunidad reconoció el resultado adverso en 1994. En 2000 el PRI regateó el reconocimiento a Fox al suscribir la tesis de que doy a cambio de que alguien me dé. El triunfo contundente de López Obrador en 2018 significó la temprana aceptación de sus dos competidores.

López Obrador ha suscrito invariablemente la ilegitimidad de las elecciones, a pesar de que por el voto haya llegado al gobierno de la Ciudad de México y, después, a la Presidencia. Esa idea de los comicios lo ha vuelto un mal perdedor. Ahora mismo, como Presidente habla de la parcialidad del INE y de la falta de confiabilidad de las instancias judiciales, por lo mismo, se espera que habría de inconformarse con el resultado de este domingo si no es de su satisfacción. Un mal perdedor a pesar de estar en la presidencia de la República. Una aproximación de su doble estándar es la irregularidad de las consultas o los procesos de selección de candidatos de su partido.

Son muchas las elecciones en juego. El INE es confiable, pero no así todos los actores. El dirigente del partido gobernante, Mario Delgado, responsable de la pérdida de registro de muchos de sus candidatos, no vaciló en exculparse a través del cobarde recurso de responsabilizar a la autoridad electoral. Seguramente de él vendrán las expresiones más hostiles. Un décimo de los cargos se resolverá con diferencias pequeñas, la ley propicia que con menos de 5% de los votos el resultado pueda ser reversible. Lo fundamental es que sean las instancias legales las que atiendan y resuelvan las impugnaciones.

De alguna forma el 6 de junio en la noche será el inicio de la sucesión presidencial. Las malas artes en lo postelectoral tendrán impacto hacia lo que resta del sexenio y especialmente en la elección de 2024. Muchos partidos perderán registro, al menos cinco. Es probable que habrá desahuciados como es el caso de Mario Delgado, además de una amplia cantera de candidatos no favorecidos a los que les vendrá bien la idea de que la derrota resulta de lo injusto o ilegítimo del proceso y no de la voluntad popular. Nada nuevo en una democracia de malos perdedores.

Finalmente, la democracia ofrece la idea de que no hay triunfos eternos ni derrotas fatales. Los proyectos personales o colectivos son la construcción a partir del espíritu de mística, mentalidad de persistencia y voluntad de triunfo. La mejor y más acabada expresión de ello es Andrés Manuel López Obrador, un gran ganador y a la vez un pésimo perdedor.


Federico Berrueto

Google news logo
Síguenos en
Federico Berrueto
  • Federico Berrueto
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.