Los que saben ya descubrieron y confirmaron que en la inmensidad del espacio sideral del Universo existen millones de galaxias y de sistemas planetarios como el sistema solar nuestro.
Saben también que, desde la Gran Explosión, orbitan en esos espacios inconmensurables por millones y millones de años (de los nuestros); y que algunos se encuentran a millones de años luz de nuestro sistema solar.
Dado que nada empieza de cero, saben también que algo había antes del Big Bang, que fue lo que explotó.
Ante la inmensidad del tiempo y el espacio sideral, nuestros sabios saben que podría quedar científicamente sustentada nuestra humildad. Somos un átomo en el Universo y un instante en el tiempo interminable del Firmamento.
Saben esos señores que al final de la Era Terciaria, que fue en el planeta Tierra una época de vegetación exuberante, ocurrió un cataclismo, quizá provocado por un meteoro (o ahora se piensa que pudo ser ocasionado por una erupción interna) que trajo como consecuencia la extinción masiva de la vida vegetal y también animal, y lo que ocasionó, al cabo de los millones de años, los actuales depósitos carboníferos y de hidrocarburos, fosilizados de origen vegetal. Más la recuperación del planeta con nuevas especies vegetales y animales: incluida la nuestra.
En nuestro pequeño planeta, hace dos millones de años, el homo habilis, nuestro común antecesor, comenzó a usar y labrar piedras, palos y huesos; así empezó el trabajo, la industria, el comercio y la civilización (en ese orden). La necesidad motivó al trabajo y el trabajo creó la economía. Un millón de años después en Chou-Kuo-Tien aprendió a usar el fuego.
Desde entonces, según saben, el planeta ha pasado por cuatro glaciaciones y otros tantos calentamientos globales (sin automóviles). Hace unos 100 mil años los negritos sudafricanos homo sapiens fueron desplazando a los pelirrojos neandertales, hasta que éstos se extinguieron en Gibraltar hace unos 30 mil años. Eso saben.
De esos africanos homo sapiens venimos todas y todos los humanos actuales, según saben los que saben. Unos se fueron destiñendo en los glaciares; a otros se les rasgaron los ojitos con los fríos vientos de las estepas; pero todos venimos de la misma mata.
También saben que hace unos 3 mil 500 años ocurrió una fuerte explosión volcánica en medio del Mar Mediterráneo, que ocasionó una serie de repercusiones climáticas y de plagas en el viejo Continente. Los que saben creen que los restos de esa catástrofe están en la pequeña Isla de Santorini, a pesar del nombre de la Atlántida.
Puede haber imprecisiones en los datos aquí transmitidos. Pero lo que sí saben con absoluta certeza es que hoy la mejor manera de regenerar el ambiente climático es sembrando y replantando árboles masivamente. No basta la conservación.
Pasando a la Metafísica (que es la ciencia filosófica del por qué y el para qué) muchos de los que saben perciben que hay en el Universo una Intencionalidad Cosmológica.
P.D. Por cierto: esa Intencionalidad Universal tiene un nombre propio en euskera, que es el único idioma originario pre-latino en Europa: se llama Urtzi, que es la Divinidad del Universo.