Adiós fraterno a Gorky González
En 2016 se vendieron en el territorio nacional 817 mil barriles diarios de gasolina al público. De esos, un total de 485 mil barriles diarios fueron importados caros; y sólo 332 mil diarios fueron producidos aquí en nuestras 6 refinerías, o sea el 40 por ciento; y sigue bajando la proporción.
Pero hay un dato peor todavía: en ese mismo año pasado, 2016, México importó en total gasolinas por 15 mil 376 millones de dólares. Exportó crudo barato por un total de 14 mil 038 millones de dólares. O sea que tuvimos un imperdonable déficit energético por mil 338 millones de dólares.
“¿Ustedes qué harían?” nos preguntó Enrique Peña Nieto. Hasta la duda ofende. ¿Qué andamos haciendo exportando nuestro crudo para garantizar la Seguridad Energética de América del Norte, descuidando nuestra propia movilidad nacional estratégica, con desabastos y sin garantía alguna en la importación de gasolina, cara e impredecible?
El muro de Donald Trump ¿tendrá un agujerito para mandarnos la gasolina que él quiera? ¿Y si le dan agruras al ponderado personaje que tanto nos estima? Ya dejó muy claro que no somos de América del Norte. Ni quiere el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. (¡Bendito sea el cielo!).
No queda claro si nuestros flamantes estrategas del PRI y del PAN y anexas, los que aprobaron el TLC, los que cada año desde 1982 aprueban juntos la Ley Federal de Ingresos, los que juntos aprobaron el FOBAPROA en 1994-1999, los que aprobaron la reforma energética en 2013-14, tendrán presente que en la legislación de Estados Unidos de América sigue vigente la Ley de Comercio de 1930 que autoriza a su presidente a imponer hasta un 50 por ciento de arancel a cualquier mercancía importada.
Por otro lado, la desregulación que cabildea Jack Gerard, presidente de American Petroleum Institute, ante Donald Trump, con toda probabilidad impulsará la producción interna de hidrocarburos en el interior de Estados Unidos, reduciendo sus importaciones, según dicen: “para crear más empleos de clase media”.
Podría ocurrir ¿por qué no? Que el proteccionismo anunciado de Donald Trump obligue a quienes estén al frente del Poder Ejecutivo y de las dos Cámaras del Legislativo Federal en México a que, por inevitable necesidad, replanteen y reorienten el proyecto nacional de desarrollo.
Tendrán que hacerlo por vías que prolonguen en los nuevos tiempos las líneas del desarrollo de 1942-1982, cuando la economía nacional creció a un ritmo anual sostenido de un 6 por ciento en promedio, sin exportar crudo, después de haber sentado las bases de un mercado interno pujante a partir del reparto agrario, la liberación de los peones, la Expropiación Petrolera y las leyes laborales con salario creciente y el gran impulso a la escolaridad y a la seguridad social.
Este cambio radical en el modelo de desarrollo nacional a partir del 2018 incluirá, como pieza esencial, la construcción de las refinerías necesarias para garantizar, sin vaivenes externos, los combustibles convenientes para sustentar de manera autónoma la movilidad nacional; lo que permita un nuevo modo de inserción digna en la economía global.
Según la Ley de ingresos para 2017, el cálculo oficial de la recaudación por IEPS a las gasolinas y diésel alcanzará 285 mil millones de pesos en este próximo año. Sin contar el IVA adicional sobre el precio final al consumidor. ¿Es o no el gasolinazo una descarada (y desesperada) medida recaudatoria para tratar de llenar el boquete de los “regímenes especiales” que ya no se tapan con la venta de crudo?
Desvergonzadamente dice Pedro Joaquín Coldwell que ahora el “fin es llevar a cabo las inversiones que por muchos años se dejaron de lado por falta de presupuesto”.
Se necesita desvergüenza ¿Quién decide la falta de presupuesto sino ellos? Porque la empresa Pemex obtiene rendimientos más que suficientes como para reinvertir en prospección de nuevos pozos.
La realidad es que todos los ingresos petroleros, y más, se los llevaron al presupuesto; obligando a la empresa a endeudarse con “pidiregas” (proyectos de inversión diferidos en el registro del gasto); o sea: deudas públicas como hijos no reconocidos.
¿Qué está pasando en este país? La industria petroquímica secundaria es de propiedad y producción privada según el texto constitucional. Utiliza insumos derivados de la petroquímica básica a cargo del Estado mexicano.
Resulta ahora que la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIP), que es un organismo privado de empresas mexicanas, sale a declarar que ellos también están en situación de desastre, de verdadero derrumbe. Por falta de insumos de Pemex.
Al parecer esa era la flamante, salvadora reforma estructural que nos llevaría al paraíso del progreso.
P.D. La ordeña de ductos se disparó cuando el ejército dejó la custodia constitucional de instalaciones estratégicas para ir a la guerra contra el narcotráfico, por órdenes del Ejecutivo.
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