La monumental madriza que recibió el ladrón de la combi ha sido “premiada” por la opinión pública como un acto de justicia nacional, creando un orgullo colectivo similar al que genera un Oscar ganando un Nobel, una medalla de oro u otro Oscar.
El jolgorio por las escenas de la chinga que recibió este fallido y pintoresco delincuente, alejado de los memes, tuits y videos chistosos que inundan las bipolares redes sociales, son un triste desahogo del bullying social mexicano.
El odio y el hartazgo históricos son elementos torales para entender la actitud del mexicano promedio actual.
El país ha sido puesto de rodillas durante siglos por el poder, y eso ha propiciado las “chingas de la combi” de un mexicano a otro por el hecho de sentirse oprimido; recordemos que un sensación similar orilló a los tlaxcaltecas a unirse a los españoles para “traicionar” y joder a los aztecas, en la Conquista.
Sin más, simple y pura venganza, y a México le hiede el espíritu de la venganza, es por ello que la justicia de propia mano tiende a ser glorificada.
Hace poco menos de 10 años, Alejo Garza Tamez, un empresario regiomontano que tenía en Victoria, Tamaulipas un rancho, enfrentó solo a un comando de Zetas que le pedía su terreno. Murió y eso lo hizo un ídolo nacional.
Esto justificó también el surgimiento de las autodefensas primero en comunidades de Michoacán para defenderse del abuso de La Familia, luego en otras zonas rurales del país contra otros de los prominentes cárteles.
Y está en los errores; hace cinco años en Ajalpan, Puebla, dos encuestadores fueron linchados por decenas de pobladores acusados de secuestrar niños, pero no faltaba ningún menor en la comunidad.
Chingao, en el triunfo de la 4T es resultado del odio hacia todo un sistema opresor, al igual este se encuentra en el deseo del fracaso del nuevo gobierno.
México es una gran combi donde todos convivimos a diario, llena de clichés y costumbres arcaicas, compartiendo sin compartir historias de carencias, abuso y marginación, tolerando algunos pendejos, hasta que alguien acelera y otro le mete el pie a uno, y sacamos el odio contenido.
Ese drama justifica la violencia contra la violencia, y continúa perdonando y dando respiros al sistema de gobierno que sigue sin equilibrar las oportunidades ni garantizar la seguridad.