Construir, revivir o promover el turismo, nuevos hoteles, restaurantes y hasta mantener los existentes será una tarea titánica, al menos en el mediano plazo, pero imaginemos ahora que en Tlalpujahua se decide cambiar y despertar de esta crisis como un pueblo renovado, las posibilidades son infinitas.
Tlalpujahua se puede convertir en un clúster de arte en vidrio, las plataformas de comercio electrónico. Nos abren la posibilidad no solo de vender nuestros productos a nivel global, sino de adquirir materias primas de cualquier rincón del planeta a precios competitivos.
¿Qué pasaría si regionalmente sustituyéramos programas educativos tradicionales por materias como: trabajo y manejo del vidrio, diseño en vidrio, diseño de cristalería? ¿Y qué tal: marketing digital, cursos en comercio electrónico, fotografía para poder presentar los productos y hasta servicios no solo a México, sino al mundo entero?
Tlalpujahua podría convertirse no solo en la capital de las esferas del mundo, sino en la capital del aprendizaje en el manejo, diseño y comercialización de vidrio, con escuelas técnicas que capaciten y preparen tanto a gente de la región.
Todas las empresas incluidas las familiares deberán aprender a comprar, vender, administrar e incluso a pagar impuestos a través del internet, todo lo anterior puede ser enseñado sin tener que hacer inversiones en aulas físicas nuevas, simplemente desarrollando los programas educativos requeridos y llevándolos a las escuelas existentes.
Hacer bien las cosas, ser el mejor o al menos intentarlo, tiene hoy un valor gigantesco ya que no solo es valioso el producto, sino todo el proceso que lleva el fabricarlo. Las redes sociales permiten ver actividades tanto en vivo como grabadas de cómo se hicieron las cosas que llegan a nuestras manos, YouTube, Facebook o hasta un breve TicTok son plataformas gratuitas donde se puede difundir el contenido.
Adaptarse y renovarse permitirá tener un modo de vida, aunado a que la rentabilidad y el margen de utilidad será mayor para quien sepa hacerlo bien. Una red virtual vía zoom u otra plataforma de conferencias donde se intercambien experiencias con otros pueblos de otras partes del mundo, que han subsistido y florecido con su especialización, como podría ser el caso de Murano, Baccarat y otras, para intercambiar experiencias.
El gobierno y la sociedad civil organizada deben trabajar de la mano y enfocar sus esfuerzos en la especialización y desarrollo de habilidades y capacidades técnicas, además de impulsar marcas, para convertir nuestros pueblos en referentes no únicamente locales o nacionales, sino mundiales.
El comercio internacional, se convierte en una posibilidad real sin tener que pasar por intermediarios, vendiendo productos desde el taller a cualquier parte del mundo. No es necesario ni será posible pensar en que la única manera de revivir el empleo sea detonar gigantescas industrias para competir con los chinos. Hoy la competencia es con nosotros mismos, con la mediocridad, con el conformismo o simplemente con la incapacidad de aprender.
Se debe comenzar a soñar en convertirse en la capital mundial de las esferas, en que, en vez de ir a tiendas departamentales de lujo a buscarlas, de inmediato pensemos en Tlalpujahua. Tlalpujahua es sólo un ejemplo posible, pero estas acciones podrían salvar y generar economías en cualquier comunidad que se lo proponga.
Hoy, cubrimos nuestros rostros con mascarillas y caretas, y pasará mucho tiempo antes de que podamos volver a soñar con regresar a un pueblo a buscar esferas, a toparnos con una multitud en busca de una experiencia, cachando y respirando una nieve artificial hecha de quien sabe qué y hasta poder disfrutar de aquellos esquites con una moneda de cinco pesos.