Sociedad

Que no salieran

No salgo, pero como si saliera: después de levantarme me toca atender la tienda y para eso debo bañarme, preparar el desayuno y mandar a los chamacos a la escuela; arreo a todo mundo y para descansar relevo a Pablo, mi marido, en el mostrador de la tienda de abarrotes, que con trabajo hemos acreditado.

Él agarra su camioneta y se va a la fábrica de quesos donde le fían para llevarse mercancía y así surtir a sus clientes de las tienditas con los distintos productos lácteos que ofrece: mantequilla, yogur, crema, jamón, salchichas, todo lo que a carnes frías se refiere y también tortillas de maíz y de harina de trigo.

Tuvimos dos hijas que ya se ganan la vida por su cuenta, así que con lo que la tiendita nos da a ganar alcanza para mantenernos el par de viejos. Claro que el abarrote esclaviza y cuando acaba el día ya no tenemos ganas de salir, pues para bien o para mal aquí nos la pasamos del diario, sin exponernos ahora que la pandemia deja muertos por donde quiera.

Pero mira lo que son las cosas: no salgo y aquí me vinieron a contagiar el coronavirus. Un mal día empecé a sentir cansancio y dolor de piernas, de caderas: como si me fuera a agripar. A Pablo le dio catarro días antes, pero no pasó a más. En cambio a mí me pegó fuerte la calentura y la menor de mis hijas, Ángeles, de inmediato predijo:

—Ay mamá, seguro que ya te contagiaron. ¡Te dije que no salieras, que usaras tapabocas! Mi papá apenas salió de esta, y ahora vas tú: qué horror...

La verdad es que sí me vi mal, soy de presión alta: hipertensa y diabética, y el covid nos pega más fuerte que a los demás. Nos fuimos al hospital y ya no me dejaron salir. Y yo preocupada por tanto quehacer en la casa, en la tienda, la atención a los proveedores, a la clientela... Y los gastos que la enfermedad ocasiona: no se mueren los enfermos por la enfermedad, sino por la pobreza: ay de aquel que como nosotros no cuente con Seguridad Social: hasta los calzones andas empeñando, si es que te los reciben.

Claro que te da miedo: de cuántos se ha sabido que enfermaron y no lograron reponerse. De veras que si no eres creyente, ya enfermo te encomiendas a todos los santos y prometes llevarle ofrenda a la Virgen de Guadalupe o a la que más fe le tengas, el chiste es salir del hospital, porque piensas que te puede ir peor porque es de Salubridad y si entraste con un malestar puedes salir con más.

Deveras que eso de ser pobres no está nadita bien, por eso los muchachos son tan ambiciosos y nomás piensan en dinero-dinero-dinero, porque cuando te pasan estas cosas es una gastadera de la que ni idea tienes.

Pero no hay mal que por bien no venga: me pusieron a dieta, me ajustaron los medicamentos de la diabetes y de la presión alta. Meses hacía que no me daban un chequeo médico. Salí como carchacha del taller mecánico: hasta con cambio de aceite y pintura nueva. Dicen que habrá secuelas, pero por lo pronto a mí me cuesta trabajo concentrarme y me canso mucho, y tengo mucha desconfianza de la gente que llega a la tienda sin tapabocas, a la que por más que le cuentas tu historia no entiende, no hace caso… 

* Escritor. Cronista de Neza

Google news logo
Síguenos en
Emiliano Pérez Cruz
  • Emiliano Pérez Cruz
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.