Afirmar que en México no existe libertad de expresión porque el Presidente en las mañaneras “ataca a la prensa”,“exhibe a los periodistas y los contradice”, parece ser una paradoja, pues nunca como hoy periodista o formador de la opinión pública puede cuestionar al Presidente y hasta espetarle en su rostro, con pruebas o sin estas, sus pretensiones de verdad.
O dígaseme, ¿dónde están los periodistas encarcelados o perseguidos por combatir a la 4T desde las páginas de los medios, o desde las cabinas de la radio y estudios de televisión? ¿Dónde está el control de la prensa por medio de la violencia física como durante el porfiriato, o por medio de los insumos, como aconteció en gobiernos priistas a través de una empresa del estado (PIPSA), facultada para controlar la producción y distribución de papel?
O de manera más ruda, ¿dónde están los golpes a la prensa como el que asentó Miguel Alemán, siendo secretario de Gobernación, al periódico Novedades? ¡Ah, y paradójica y cínicamente, fue Miguel Alemán siendo ya Presidente, quien por decreto estableció como Día de la Libertad de Expresión el 7 de junio!
Y, por señalar un caso más de auténtica violencia camuflada contra la prensa, recuérdese el 8 de julio de 1976 en el que Julio Scherer, siendo director de “Excélsior”, y otros periodistas fueron expulsados violentamente de dicho periódico, debido a sus críticas al gobierno. Este hecho originó la fundación de “Proceso”.
Estos hechos de la historia del periodismo y muchos otros no deben dejarse de lado en las celebraciones conmemorativas de El Día de la Libertad de Expresión.
Sin embargo, desde el inicio del gobierno de AMLO es otra la visión que tienen los periodistas que en sexenios anteriores fueron parte de los intelectuales orgánicos del estado y hoy en el gobierno de AMLO actúan en su contra.
Para estos periodistas, consecuentes con la consigna: “López Obrador es un peligro para México”, originada y propagandizada por algunos de ellos en 2006 como parte de la guerra sucia contra el hoy Presidente de México, las refutaciones que en las mañaneras hace el Presidente contra famosos columnistas y fake news son concebidas como ataques a la prensa. Y obvio, con ataques a la prensa no puede haber libertad de expresión.
“Sugerir desde la tribuna presidencial que un periodista o un medio está en contra de un movimiento o de un grupo amplio de la sociedad coloca al periodista en un mayor grado de vulnerabilidad”, dice Darío Ramírez, vocero de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
A mí esto me parece una exageración, una continuación de la guerra sucia. Es claro que el proyecto de la 4T tiene resistencias, no hay cambio, o propuesta de cambio, que no enfrente resistencias. Y los cambios que se buscan hacer, sobre todo en el Poder Judicial, precisan del debate público en diferentes lugares, en el Congreso de la Unión, los medios, en las escuelas, los sindicatos, etcétera.
No hay acoso a la prensa ni persecución de periodista, hay debate público en el que muchos de la oposición no quieren participar, sino solo atacar con intrigas, engaños y mentiras el proyecto de la 4T. AMLO, desde las mañaneras, es generador del debate público, y en el debate necesariamente tiene que haber refutaciones, tanto de las mentiras como de tesis que sostienen las partes; pero refutar no es atacar ni censurar.
Creo que con la derrota del PRIAN en el Estado de México la oposición tendrá que debatir y elevar el nivel del debate y dejar de lado las mentiras, intrigas y calumnias; o de lo contrario, la alternancia tardará en llegar.
Es verdad que México es un país peligroso para ejercer el periodismo, fenómeno muy poco estudiado. No se sabe con exactitud cuántos periodistas han pagado con su vida el precio de la libertad de expresión; se habla de 157, otros de 145; pero ninguno ha muerto por ser opositor a la 4T.
En este día hay que reflexionar sobre la necesidad de pensar la ética del periodismo en serio. Esta dice que no se debe hacer uso de ningún tipo de tragedia para hacer política, que hacer periodismo es investigar, informar, analizar, no tergiversar.
Por último, en honor a la verdad, la violencia contra periodistas ostensiblemente no la ejerce el estado, como ha sido en épocas anteriores; pero esto no significa que el estado no haya faltado a su responsabilidad de crear condiciones para que no haya más asesinatos de periodistas.