Cultura

La sonrisa envolvente

En el enigmático poema “The Smile”, de Ted Hughes, contenido en su libro Crow, una especie de gran sonrisa etérea emerge “del quejido del más antiguo bosque” y rodea a la tierra “Como el arco elevado/De la corriente submarina de una ola”. Las personas la reciben con sonrisas “que dejaban veneno en un lugar adormecido”, después sobreviene una especie de caos y la sonrisa “Por un instante/Reparó todo”, antes de “barrer con su recorrido por la tierra”.

Este poema es el que da nombre a la agrupación formada por Thom Yorke, Jonny Greenwood y Tom Skinner, junto con el productor de Radiohead, Nigel Godrich. Y por si quedaran dudas del carácter alusivo del poema, al respecto del nombre, Yorke ha dicho: “No es una sonrisa de ‘aaah’. Es más la sonrisa del tipo que te miente todos los días”. Y no sé si sugestionado por todo lo anterior, el caso es que la experiencia de escuchar a The Smile en el Auditorio el pasado jueves me remitió justamente a estar como envuelto o inmerso en esa especie de sonrisa amorfa. Como si la pequeña orquesta multinstrumental ejecutada por tres músicos que por momentos, literalmente en el caso de Yorke, corren hacia el siguiente instrumento para ejecutar su parte, creara una atmósfera sonora absolutamente envolvente, donde por momentos se impone incluso cerrar los ojos, para sentirse totalmente inmersos en su interior. De una música que no es lúgubre, o siquiera triste, sino un auténtico soundtrack de la actual época, con esa especie de pátina nostálgico/melancólica debajo de la superficie del brillo instantáneo que principalmente lo refleja a uno mismo, en sus distintas modalidades de self virtual.

Si Greenwood se enfoca fuertemente en el piano, tocando en algún momento con la mano libre un arpa, así como el bajo, pero tocado con el arco del violín, y por supuesto la guitarra, la novedad es ver a un Thom Yorke bajista (que alterna también con guitarra y piano), que en canciones como “The Smoke” explora líneas de bajo coloridas, casi con un registro funk, alejado del bajo principalmente de acompañamiento que caracteriza a Radiohead. E igualmente, cuando no está cantando, por momentos entra como en un trance al repetir su línea de bajo y contorsionarse más como Flea, que como estamos habituados a verlo. Y ese mismo trance es bajo el que parecerían tocar en todo momento, casi como si estuvieran en la sala de ensayos o en la de sus hogares, para el caso, tan absortos en la música que absorbe que parecerían no notar que hay 10 mil personas escuchándolos. Al grado de que Greenwood se equivoca de canción en una de las primeras de la noche, y un divertido Thom Yorke lo deja persistir en el error de tocar la que no iba, hasta que le pregunta a Skinner: “¿Se lo quieres decir tú?”

La última vez que vino Radiohead al Palacio el público estaba tan fuera de sí que recuerdo haber terminado el concierto a unos 10 metros de distancia de donde comencé, sin haberme movido voluntariamente en ningún momento. E incluso recuerdo también un momento que después corroboré en los videos de YouTube, donde justo Jonny Greenwood alza por un instante el rostro como para contemplar incrédulo el delirio de la gente. En cambio con The Smile hay algo más parecido a un silencio, a un asombro callado no sólo ante el virtuosismo de los músicos, sino al efecto omnipresente de la música que ejecutan, con aplausos sentidos en lugar de gritos. Y al final, la inevitable sonrisa, aunque en este caso sí de alegría, y también de incredulidad ante lo que se acaba de escuchar. 


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Eduardo Rabasa
  • Eduardo Rabasa
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  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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