Ni las denuncias de abuso sexual y violación, ni las claras amenazas que ha hecho contra el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, han sido razones suficientes para que el Presidente Andrés Manuel López Obrador deje de respaldar a Félix Salgado Macedonio como aspirante a la gubernatura de Guerrero por Morena.
El retiro de la candidatura por parte del instituto electoral al acusado de delitos sexuales por al menos seis mujeres fue un alivio, aunque haya sido por razones administrativas más que penales o éticas, pero esta decisión también ha puesto al descubierto no solamente el carácter de Salgado Macedonio, sino hasta cuánto es capaz de pagar políticamente López Obrador por él.
Al estilo de la delincuencia organizada, Salgado Macedonio ha amedrentado al presidente del INE, que el pasado martes reiteró su postura de cancelar la candidatura del morenista. Ha hecho amenazas exhibiendo un ataúd con su nombre e insultos y ha advertido con revelar los domicilios particulares de los siete consejeros que votaron en su contra, como una clara invitación de sus simpatizantes a manifestarse o incluso agredirlos.
Con todo y eso, López Obrador vuelve a respaldarlo y a sacar la carta de la consulta ciudadana para cuestionar si Salgado Macedonio y Raúl Morón -aspirante a la gubernatura de Michoacán que también se le negó su registro- deberían contender en el próximo proceso electoral y calificó como “un atentado a la democracia” la resolución del INE, demeritando su función y las leyes por las que se rige.
Parece que al Presidente no le ha quedado claro que su única tarea en las elecciones es no hacer nada, y ni eso hace bien. Quizá pueda hacer que todos los que lo rodean le digan que sí cuando él quiere, pero se le olvida que hay algo que se llama autonomía, esencial para que el instituto electoral puede desempeñar su trabajo.
López Obrador se aferra a los 30 millones de votos que tuvo en 2018 como si tuviera ese mismo apoyo tres años después, y por eso se cree con la autoridad de hablar por la mayoría de los mexicanos y asumir que todos lo siguen tan ciegamente como sus funcionarios, sin cuestionamientos ni críticas, pero se niega a ver datos que no sean los suyos, ni a entender decisiones que no sean las que él quiere.
¿Cuánto le va a costar a Morena los caprichos de López Obrador? Lo sabremos el 6 de junio.
Dora Raquel Núñez
