La detención, luego la deportación y finalmente la exoneración del general Salvador Cienfuegos fueron aprovechadas por el gobierno mexicano para marcar con hierro su relación frente a la nueva administración de Estados Unidos a cargo de Joe Biden.
Para empezar, en Palacio Nacional consideran factible que la detención de Cienfuegos, ocurrida en octubre, haya sido realizada con un burdo fin electoral. “Hay que ver tiempos, política es tiempo. Esto se da en vísperas de las elecciones en EU”, dijo en conferencia el presidente Andrés Manuel López Obrador.
“¿Cómo es que se lleva a cabo la detención del general unos días antes de la elección?, si ya había estado de visita en EU en el mismo lugar con su familia en marzo. ¿Qué?, ¿no supieron? ¿No tenían terminada la investigación? ¿Por qué fue hasta las vísperas de la elección? ¿Cuál era el mensaje? ¿De parte de quién? ¿Qué cosa era lo que se pretendía?”, se preguntó el mandatario.
Bajo esta misma lógica, tras la derrota de Trump, el caso Cienfuegos dejó de ser lucrativo y se volvió un problema para sus impulsores, consideran en el primer círculo del gobierno mexicano. He ahí la razón de que las autoridades estadunidenses decidieran deportarlo a México: “El caso fue fabricado por la DEA, por eso dimos a conocer el expediente”, insisten en Palacio Nacional.
En medio de esto y de la crisis poselectoral del vecino país, el gobierno mexicano aprovechó para remarcar su posición al ser de los últimos del mundo en reconocer el triunfo de Biden, crear una ley antiagencias extranjeras, ofrecer asilo a Assange, promover nuevas redes sociales “independientes”, exonerar a Cienfuegos y exhibir inconsistencias del sistema de justicia estadunidense.
La duda que ahora queda es si el gobierno mexicano mantendrá esta estrategia ofensiva o cambiará a partir de hoy que Biden toma protesta, ya que, como dicen: “política es tiempo”.
Tarumba
La esposa del general Cienfuegos no es hermana del gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, como se alude en los chats de la DEA. El vínculo entre el general y el gobernador estriba en que Rosa Isela Fuentes Chávez, esposa del mandatario, es hija del general Luis Fuentes Álvarez (ya fallecido), uno de los amigos y referentes clave en la carrera del antiguo secretario de la Defensa Nacional.