Al avanzar en años recientes la agenda de despenalización de drogas tanto en Estados Unidos como en América Latina, la Agencia Antidrogas Estadunidense (DEA) ha enfrentado inercias que van desde leyes que vigilan más su funcionamiento habitual hasta el tamaño del presupuesto que reciben para actuar.
Bajo esta atmósfera de fin de siecle han aflorado algunos casos internos que muestran el deterioro en sus operaciones para supuestamente combatir a los cárteles de la droga. Caso reciente es el del agente especial José Irizarry, sentenciado a 12 años de cárcel.
Según la investigación del Departamento de Justicia, Irizarry desvió por lo menos 9 millones de dólares de efectivo incautado en operativos encubiertos, con los cuales fue adquiriendo a lo largo de siete años autos Land Rover, una casa en Cartagena de Indias y joyas como un anillo de diamantes Tiffany que le fue incautado a su esposa Nathalia Gómez, también procesada por lavado de dinero, tras crear una empresa fantasma a través de la cual disfrazaban el ingreso de recursos ilícitos a su patrimonio.
Junto con Irizarry participó un funcionario público de Colombia no identificado en los documentos del juicio, aunque se asegura que este personaje usó su parte para comprar un Lamborghini Huracán Spyder. Irizarry no era un agente cualquiera. Había trabajado en sendas operaciones de Miami y Washington. Renunció en 2018 y un par de años después fue detenido.
Aunque la DEA emitió un comunicado reprobando su actuación, Irizarry no es un caso aislado al interior de la dependencia, según dijo su abogada al NYT, insistiendo en que su cliente había sido corrompido al entrar a la DEA, donde ya existían prácticas como la que él cometió. Otro agente antidrogas, Chad Allan Scott, también fue procesado hace unos meses por robar pertenencias de un presunto narcotraficante detenido.
La DEA es un ente cada vez más anacrónico, ya que el discurso que le daba sentido a su existencia (el de la guerra contra las drogas) se encuentra en crisis y es cada vez más una falacia no solo para un sector de la sociedad, sino también, eso parece, para varios de sus agentes, que quizá por eso prefieren desertar, o bien, tratar de sacar algún botín de un barco que se hunde.