León, Nicaragua.- En la catedral de esta ciudad, un imponente león custodia la tumba del legendario poeta Rubén Darío. A menos de cuatro calles de aquí vivió Samuel Noyola en 1980, durante su aventura sandinista, la cual lo llevó a viajar de Managua a León y de aquí a Chinandega.
En su estancia en esta ciudad, Samuel trabajó como diseñador gráfico en el área editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, lugar al que llegó por recomendación del erudito Julio Valle Castillo.
Reuní en una casona del centro de León a un grupo de amigos que tuvo Samuel en esta ciudad, para que recordáramos los pasos del poeta desaparecido. Así transcurrió el coro de remembranzas.
Alejandro Bravo
Poeta y diputado
Apareció Julio Valle Castillo con el wey de Samuel Noyola, quien había hecho algunos trabajos de diseño gráfico en Managua. Y entonces, pues empezó a colaborar con Baltazar, que era el gran diseñador gráfico de la editorial de la Universidad. Al principio, Baltazar lo veía con desconfianza: “este es mexicano, ¿qué viene hacer a mi tierra, aquí?”, pero después se hicieron brothers y el wey se hizo, recuerdo, unos buenos afiches: afiches sobre una exposición de libros cubanos en los que usaba mucho los colores de la bandera de Cuba. Así fue cómo el wey se incorporó a la editorial de nosotros.
Pero luego entró a la milicia, a todo el rollo de la revolución, fue a aprender a armar y desarmar, supongo que también a disparar algunas veces. Recuerdo que también, cuando hubo un huracán, fue a ayudarle a la gente que había sido afectada.
También recuerdo que cuando se incorporó a la editorial, de repente empezó a escribir poemas. No era muy bueno que digamos, y se entiende porque era muy chavalo y así empieza uno. Yo tampoco era la mamá de Tarzán pero ya tenía mi librito de poemas publicado.
Baltazar Gutiérrez
Diseñador gráfico
Yo me integré con Samuel pero era un hombre serio, a pesar que era joven, pues. Y tenía una forma de diseño que yo hasta hace poco lo entendí, pues. El usaba dibujos, la enciclopedia, revistas, y armaba con esos recortes sus diseños. Para el libro de Juan Salvador Gaviota usó unas gaviotas que aparecen en una de las enciclopedias que había en la editorial.
Pero en ese entonces él chocaba conmigo porque yo no dejaba el dibujo artístico. Yo le decía “hacedlo, haced la gaviota, ¿para qué estás usando una fotografía de otro?”. Entonces, ese era siempre el tira y encoje que teníamos nosotros, ¿ves? al punto que en realidad pues es legal, ¿verdad? auxiliarse de, este, fotografías y dibujos de otras personas ¿verdad?… en, en, por lo menos aquí en Nicaragua agarras cualquier imagen y la puedes transformar en un diseño tuyo, pero, claro está ¿verdad? porque aquí no funciona el copyright.
Jaime Buitrago
Fotografía

Hubo un momento en que se estaba armando la contrarrevolución y la editorial tenía un montón de trabajo que realizar, por lo que apoyamos con una campaña las movilizaciones del ejército sandinista.
De toda la propaganda que se hacía para los frentes de guerra y todo lo demás, se necesitaba levantar el ánimo para lograr un buen efecto en enfrentar la contrarrevolución que se estaba armando, que estaban comenzando a financiar los gringos, y entonces este, ahí pues trabajamos bastante. También nos peleamos bastante. Samuel era serio, amargadote, no le gustaba mucho el licor, pero era un bebedor solitario, era un bebedor solitario, y la otra cosa de él es que compaginaba bastante con los movimientos revolucionarios de América latina, ejercía la solidaridad, bastante.
Yo recuerdo un accidente que hubo en la editorial con la Chayito [Rosario García] que él me dijo que le hiciera en aquellas máquinas de hacer letras, ya para salir, que le hiciera un título para un libro que estaba diseñando porque diseñaba también para un grupo de escritores en Managua, no sé quiénes eran pero él les diseñaba.
Entonces yo le digo que no tengo tiempo porque me voy de viaje, y él agarró la máquina de levantar texto de la compañera Rosario, la Chayito, pero la trabó. Después, la Chayito llega al mediodía y comienza a tirar rayos y centellas y entonces me echan la culpa a mí, y yo le digo: “yo no te he tocado máquina, ahí el ultimo que quedó es Samuel”. Entonces la Chayito, delante de toda la pelota de gente que estaba en el taller, le dice a Samuel: “este jodido, galleta simple, ya me atrasó y ahora tengo que sacar este libro, tengo que terminarlo ahora”. Dijo semejante cosa que al pobre Samuel se le quedó para siempre el apodo de “Galleta Simple”.
Rosario García, Chayito
Secretaria
Es verdad que se le quedó el apodo de Galleta Simple a Samuel, pero él ni sabía que le decíamos así y estos, como eran toreadores, solo así le decían y él se ponía enojadísimo, siendo una persona que era bien serio, que no le gustaba dar bromas ni nada y estos lo corrompían y por puro gusto. Lo fregaban más bien: entre más se ponía enojado peor lo hacían. La verdad es que a él nosotros lo manteníamos en la misma oficina pero él poco hablaba, y cuando hablaba era porque tal vez yo le decía: "Samuel... tal cosa", algo que yo le quería preguntar, tal vez no sobre su trabajo ni nada pero él me decía "sí", él no entraba en que tuviéramos una plática larga, eran cosas efímeras. Creo que desde siempre era misterioso. Nadie sabía mucho de él.
CONTINUARÁ…
Capítulo 7 de la serie periodística “Samuel Noyola: Retrato de un desconocido”.