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“El sandinismo de hoy es el viejo PRI”

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Managua, Nicaragua.- Pedro Joaquín Chamorro dirigía el periódico La Prensa cuando fue asesinado en 1978 por la dictadura de Somoza en Nicaragua. Se trataba de uno de los principales críticos del régimen: un reformista democrático que a diferencia de otros de los opositores de la época, pensaba que las cosas podían cambiar sin el uso de las armas.

Su crimen marcó un antes y un después en la historia nicaragüense porque quedó claro que el país jamás cambiaría sin una gran alianza opositora, la cual finalmente ocurrió y derivó un año después en el triunfo de la revolución encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), al cual se sumó su hijo, Carlos Fernando Chamorro, hoy en día, uno de los periodistas más respetados de América Latina.

“A partir del asesinato de mi padre, que para mí fue un gran trauma, un gran dolor personal, yo cambié el rumbo de mi vida y decidí meterme al periodismo y meterme de lleno a la revolución como militante político”, relata Carlos Fernando mientras recorremos la hemeroteca de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

“La revolución nicaragüense -rememora- es la última revolución armada triunfante del siglo XX y surge con una bandera antidictatorial, democrática, con una orientación socialista pero con principios bastante amplios. No tiene una declaratoria de la izquierda ortodoxa, sino que representó por ello una gran esperanza no sólo para Nicaragua sino para toda América Latina”.

-¿Cómo era la vida en Nicaragua antes de la Revolución?

-Es curioso, porque cuando uno ve la Nicaragua de hoy, gobernada por un régimen autoritario que es el de Daniel Ortega -que en aquel entonces era un luchador anti somocista-, el régimen actual tiene bastante semejanza con el régimen de Somoza de los años 60 y los años 70. En aquella época en Nicaragua había crecimiento económico, había cierta estabilidad pero los espacios políticos estaban cerrados. Somoza tenía una alianza con los sectores del gran capital y una alianza con Estados Unidos, es decir, nadie en 1978-77 podría pronosticar que el régimen de Somoza se iba derrumbar en 18 meses como resultado de ese levantamiento popular.

-¿Qué circunstancias ocurrieron para que fuera posible una revolución?

-Será una confluencia de diferentes factores: hay una crisis interna de la dictadura, hay un proceso de aislamiento internacional producto de la política de derechos humanos del gobierno de Jimmy Carter, y del apoyo que la revolución sandinista llegó a tener de muchos gobiernos de América Latina entre ellos México, Panamá, Costa Rica, Venezuela y también Cuba, pero sobre todo hay un levantamiento popular y ese levantamiento cobra su mayor fuerza en el año 1978, después del asesinato de mi padre Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Hay varios levantamientos indígenas, que se combinan con acciones guerrilleras, algunas de ellas de mucha resonancia, de mucho simbolismo, como la toma del Palacio Nacional que lideró un comando guerrillero el FSLN, que retuvo a centenares de rehenes en ese edificio legislativo. Eso tuvo un enorme impacto en el país fue un momento en el cual se tuvo la impresión de que la dictadura se podía derrotar y que se le había dado un golpe durísimo a Somoza.

Carlos Fernando Chamorro.
Carlos Fernando Chamorro.

- El triunfo de la revolución atrae a muchos extranjeros, uno de ellos el poeta Samuel Noyola. ¿Cómo era Managua en ese entonces?

-Bueno, al derrocar el régimen de Somoza, lo primero que hay es un vacío de poder, un caos que es llenado por la fuerza emergente guerrillera que se convierte en gobierno y lo que surge son unos momentos de una gran euforia, de una gran esperanza por la transformación de Nicaragua, por poner en práctica sueños reivindicatorios.

-¿Cómo recuerda el año de 1980?

-Yo diría que el año 80 es un año de gran fermento, de gran creatividad, porque precisamente es cuando se lanza la cruzada nacional de alfabetización, que es uno de los hitos de transformación social más hermoso que logró desarrollar la revolución. También hay que decir que desde los primeros meses empiezan a producirse contradicciones en el seno de esa gran alianza nacional que ha permitido el derrocamiento de Somoza, porque la revolución tenía también un orientación de poder, una orientación socialista, una orientación de control del poder para realizar las transformaciones sociales políticas y económicas que pretendían hacer, y en ese proceso se cometieron errores como resultado de las tendencias autoritarias y de una cierta borrachera del poder, de un liderazgo hegemónico que de un día para otro ha conquistado el poder absoluto y no quiere compartir el poder, quiere simplemente aprovechar la oportunidad para acelerar el proceso de transformaciones, eso en el año 80.

-¿Esto derivó en el surgimiento de La Contra?

-Todavía no se ha conformado la contrarrevolución, que nace de los vestigios de la guardia nacional y también de los primeros errores que comete la revolución con los sectores campesinos y, posteriormente, de la intervención de los Estados Unidos que organiza la guerra sucia y empieza a financiar y a formar las bases de La Contra en Honduras. Pero yo diría que los primeros meses de la revolución son de una gran euforia, de una gran creatividad y de mucha tolerancia todavía, y al mismo tiempo de un gran apoyo a la cultura, a la educación, a las nuevas transformaciones económicas y de la salud.

-¿Crees que alguien que vivió la revolución en el 80, como Samuel Noyola, podría volver ahora Nicaragua y estar aquí de una forma anónima?

-Cualquiera puede venir a Nicaragua hoy de manera anónima. El régimen que hoy gobierna Nicaragua invoca los símbolos de la revolución pero yo creo que usufructuar esos símbolos no tiene nada que ver con el espíritu de transformación social de aquella época. Este es un régimen autoritario: es un régimen que ha expulsado a mexicanos que han querido venir a brindar su colaboración y los ha expulsado simplemente por razones de paranoia política, aunque eso no excluye que cualquier persona puede venir al país y puede permanecer.

Sin embargo, ¿vive Nicaragua hoy una nueva etapa o la segunda etapa de la revolución de 1979? La respuesta categóricamente es no. El régimen actual es autoritario y tiene una alianza con los grandes capitales y con los sectores más conservadores, incluso con la Iglesia Católica. Lo que intenta es usufructuar los símbolos de la revolución, pero este es un gobierno, para decirlo de forma que pueda ser entendido en México, que se asemeja más al viejo PRI de México que a un proyecto revolucionario como el que fue el de la Nicaragua de 1979 y 1980. La gran diferencia con el PRI de México es que en Nicaragua sí hay reelección, así es que aquí el presidente se reelige, su esposa es vicepresidente y también está en el camino de una reelección indefinida, es decir, aquí hay un caudillismo personalista que está en el ADN de este régimen político y que no existía en el sandinismo que hizo la revolución, donde había nueve comandantes al frente del proceso.

CONTINUARÁ…

Capítulo 6 de la serie periodística “Samuel Noyola: Retrato de un desconocido”.



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Diego Enrique Osorno
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