Policía

El Detective Acuario

En la imagen la banda de hard rock Enigma, donde González Rodríguez tocaba el bajo. ESPECIAL
En la imagen la banda de hard rock Enigma, donde González Rodríguez tocaba el bajo. ESPECIAL

Con Sergio González Rodríguez hablé sobre escribir obituarios. Poner atención en muertes desapercibidas, para que, al contar dichas historias de vida, tuviéramos noción de algo, de aquello que una existencia puede revelarnos. También estaba en el plan escribir notas necrológicas para no olvidar legados de impunidad que dejan personajes abominables y, en contraste, honrar a aquellos cuyas proezas resplandecen en el tiempo. A Sergio le agradó la idea de los obituarios de personajes desconocidos y de villanos, pero no de héroes, así es que contra su voluntad escribí esto después de su muerte, ocurrida el 3 de abril de 2017: el obituario de un escritor resplandeciente. A seis años de su partida, lo invoco de nuevo.

***

Sergio y yo platicamos más de la muerte que de la vida. Fue justo el libro obituario País de muertos, publicado en 2010 por Debate, con el que iniciamos una charla sobre morir en México en estos tiempos. Una conversación que transcurrió en bares chilangos

—por supuesto, de mala muerte—, viejos trenes británicos, el seminario Pensar la muerte del Colegio Nacional organizado por Juan Villoro e incluso WhatsApp en los que escudriñábamos estudios sobre letalidad militar. “Aquí nos tocó morir”, bromeábamos a veces, parafraseando el “Aquí nos tocó vivir” de Cristina Pacheco, cronista de distintas coordenadas y una época dura pero no tan mortífera como la que Sergio narró en Huesos del desierto, El hombre sin cabeza, Campo de guerra y Los 43 de Iguala.

Sergio nació el 26 de enero de 1950. Como la mayoría de los acuario, tenía la determinación de buscar la verdad de las cosas sin que eso lo volviera intolerante. Era lógico y místico al mismo tiempo. Abría su mente a cualquiera pero dejaba que pocos entraran a su alma. Su zodiaco era su apodo en Enigma, una de las primeras bandas mexicanas de hard rock, donde tocaba el bajo y hacía la segunda voz. En los setenta, Enigma sacó Bajo el signo de Acuario, uno de los mejores discos de la década. La canción principal se convirtió en un himno de los hoyos funky del extinto DF. Sergio coreaba: “Rebelde nací/ Te guste o no así fue/ El sol puso en mí/ Poderes que nunca soñé” y “Mi signo solar/ Me hizo buscar la verdad/ Y sabes muy bien/ Que no pienso nunca cambiar...”.

***

La faceta más conocida de Sergio fue la de periodista y ensayista. Sin ser norteño ni norteñólogo, su nombre quedó ligado a esta región geográfica y literaria de México. En otra década enigmática, los noventa, se dio cuenta de que en una entonces olvidada ciudad norteña, estaba pasando algo que el centralizado país no veía: el asesinato continuo y masivo de mujeres solo por ser mujeres.

En 1995, fue invitado a un encuentro de escritores a la ciudad de Chihuahua. Al término viajó a la frontera para investigar los feminicidios. En Ciudad Juárez se topó con un escenario desconcertante y envió sus primeras notas sobre los feminicidios. Sergio siguió viajando e investigando los años siguientes. Así apareció Huesos en el desierto, publicado por Anagrama en 2002. 

A la par de esta vida de periodista de investigación, Sergio diseccionaba el arte y la cultura en sendas columnas que escribía cada semana para espacios culturales y literarios en Reforma, donde también elaboraba una lista con los mejores y peores libros del año, la cual le trajo algunos amigos y muchos enemigos. Con bastante destreza, podía pasar de un minucioso relato de psicología forense a uno sobre pintura latinoamericana contemporánea.

La conexión entre ambos mundos permitió que un día lo buscara el escritor Roberto Bolaño, quien vivía en Barcelona y, pese a haber publicado ya Los detectives salvajes, aún no era una celebridad. Gracias a las noches de insomnio e internet, Bolaño se había convertido en un especialista del tema de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. Así, compartía hipótesis y teorías con Sergio.

Antes de publicar 2666, Bolaño dijo en entrevista al periodista Gabriel Contreras que su novela más ambiciosa tendría mucho que ver con Huesos en el desierto. “La crónica de González Rodríguez me ha ayudado de manera extraordinaria en la realización de esta obra, porque conoce al dedillo los crímenes de Ciudad Juárez que reflejo en mi novela. Él ha sido para mí más que un amigo; ha sido un gran punto de apoyo intelectual. A veces, revisando un documento de sesenta páginas, me sentía mal a la altura de la número cinco. Y me imagino que González Rodríguez lo habrá pasado peor, ya que a mí me protege la ficción, pero él ha tenido contacto directo con el terror, con el más profundo terror”.

***

El verano de 2016, durante un viaje que hice con el periodista Emiliano Ruiz Parra y Sergio a Escocia, Inglaterra, para presentar el libro The Sorrows of Mexico, publicado por el legendario editor Christopher MacLehose, aproveché un recorrido del tren de Edimburgo a Londres para hacerle una entrevista formal. Sergio me contó que después de la publicación de 2666, tardó nueve meses en leer la parte de los crímenes en la que aparecía como personaje.

Campo de guerra, otro de sus libros, resultó para muchos reporteros como yo, un ensayo fundamental para entender cómo la supuesta guerra del narco que estábamos cubriendo, había quedado enmarcada en un conflicto internacional que iba interiorizándose en las fronteras, litorales y tierras adentro de varios países del mundo. México no era la excepción. Sergio desmenuzaba la Iniciativa Mérida con la que se permitió que el gobierno estadounidense asumiera tareas de inteligencia operativa en México por encima del Ejército y la Marina, todo esto, bajo los intereses de la seguridad nacional de EU. Así ha sido como agencias americanas en algunos casos han manipulado a narcotraficantes mexicanos para favorecer a sus intereses geopolíticos.

En esta época en la que los ensayistas han sido sustituidos por opinólogos y la crónica apenas balbucea una explicación de lo que sucede, los ensayos de Sergio pueden ser releídos para armar el rompecabezas. “El horizonte para México —escribió Sergio— indica la normalización de la violencia comunitaria, el fortalecimiento del Estado represivo y la implantación de la máquina de guerra como resultado del estatus de ser traspatio de EU. En otros países, el fortalecimiento militar y policial generalizado refórmula también a las sociedades. Ya se sabe: en situaciones bélicas, la primera víctima es la verdad”.

***

Sergio no murió sin cicatrices. Sus investigaciones le generaron varias internas como externas. Entre éstas últimas, una cojera derivada de la tortura que le habían practicado con picahielos en las rodillas. Fue por esto que se volvió aún más celoso de su vida personal y poca gente sabía de su familia y del lugar donde vivía. No tuvo hijos pero hubo un gato, “Pelos”, al que quiso como si fuera su sangre.

Uno de los días en que vi a Sergio más feliz que nunca fue después de la presentación de The Sorrows of Mexico en Londres. Nuestro editor, MacLehose, nos invitó a cenar junto con Bill Swainson, Gala Sicart y otra gente de la editorial. En algún momento le pregunté a Sergio su poema preferido de Bolaño. Después de que me dijo el título saqué un viejo ejemplar que llevaba de La Universidad Desconocida y la mesa se calló un momento para oírlo leer el poema de El Burro, que comienza: “A veces sueño que Mario Santiago/ Viene a buscarme con su moto negra/…”.


Google news logo
Síguenos en
Diego Enrique Osorno
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.